- Que la gracia del Señor Jesús sea con todos. Amén.
- Que la gracia del Señor Jesucristo sea con su espíritu.
- Tú, en cambio, predica lo que está de acuerdo con la sana doctrina.
- No te dejes vencer por el mal; al contrario, vence el mal con el bien.
- Que la gracia del Señor Jesucristo sea con su espíritu. Amén.
- Ahora bien —afirma el Señor—,
vuélvanse a mí de todo corazón,
con ayuno, llantos y lamentos. - Que habite en ustedes la palabra de Cristo con toda su riqueza: instrúyanse y aconséjense unos a otros con toda sabiduría; canten salmos, himnos y canciones espirituales a Dios, con gratitud de corazón.
- Dedíquense a la oración: perseveren en ella con agradecimiento.
- Ámense los unos a los otros con amor fraternal, respetándose y honrándose mutuamente.
- Con la boca el impío destruye a su prójimo,
pero los justos se libran por el conocimiento. - Quiero alabarte, Señor, con todo el corazón,
y contar todas tus maravillas. - El Señor estará con ustedes, siempre y cuando ustedes estén con él. Si lo buscan, él dejará que ustedes lo hallen; pero, si lo abandonan, él los abandonará.
- El Señor fortalece a su pueblo;
el Señor bendice a su pueblo con la paz. - Te alabaré con integridad de corazón,
cuando aprenda tus justos juicios. - Busquen la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor.
- Pero, si desde allí buscas al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma, lo encontrarás.
- En cuanto a las mujeres, quiero que ellas se vistan decorosamente, con modestia y recato, sin peinados ostentosos, ni oro, ni perlas ni vestidos costosos. Que se adornen más bien con buenas obras, como corresponde a mujeres que profesan servir a Dios.
- Si es posible, y en cuanto dependa de ustedes, vivan en paz con todos.
- Vivan en armonía los unos con los otros. No sean arrogantes, sino háganse solidarios con los humildes. No se crean los únicos que saben.
- La bendición del Señor trae riquezas,
y nada se gana con preocuparse. - Yo te busco con todo el corazón;
no dejes que me desvíe de tus mandamientos. - En el principio ya existía el Verbo,
y el Verbo estaba con Dios,
y el Verbo era Dios. - ¿Acaso no creemos que Jesús murió y resucitó? Así también Dios resucitará con Jesús a los que han muerto en unión con él.
- Tan compasivo es el Señor con los que le temen
como lo es un padre con sus hijos. - Me deleito mucho en el Señor;
me regocijo en mi Dios.
Porque él me vistió con ropas de salvación
y me cubrió con el manto de la justicia.
Soy semejante a un novio que luce su diadema,
o una novia adornada con sus joyas.