Enséñanos de tal modo a contar nuestros días que traigamos al corazón sabiduría. | Enséñanos a contar de tal modo nuestros días, que traigamos al corazón sabiduría. |
No menosprecies, hijo mío, el castigo de Jehová, no te canses de que él te corrija, porque Jehová al que ama castiga, como el padre al hijo a quien quiere. | Hijo mío, no rechaces la disciplina del Señor ni aborrezcas su reprensión, porque el Señor a quien ama reprende, como un padre al hijo en quien se deleita. |
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A cualquiera que te pida, dale; y al que tome lo que es tuyo, no pidas que te lo devuelva. | A todo el que te pida, dale, y al que te quite lo que es tuyo, no se lo reclames. |
Y no entristezcáis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención. | Y no entristezcáis al Espíritu Santo de Dios, por el cual fuisteis sellados para el día de la redención. |
Cuando comencé a hablar, cayó el Espíritu Santo sobre ellos, como también sobre nosotros al principio. | Cuando comencé a hablar, el Espíritu Santo descendió sobre ellos, tal como lo hizo sobre nosotros al principio. |
El necio, al punto da a conocer su ira, pero el prudente no hace caso de la injuria. | El enojo del necio se conoce al instante, mas el prudente oculta la deshonra. |
Echa sobre Jehová tu carga y él te sostendrá; no dejará para siempre caído al justo. | Echa sobre el Señor tu carga, y Él te sustentará; Él nunca permitirá que el justo sea sacudido. |
La ley de Jehová es perfecta: convierte el alma; el testimonio de Jehová es fiel: hace sabio al sencillo. | La ley del Señor es perfecta, que restaura el alma; el testimonio del Señor es seguro, que hace sabio al sencillo. |
El que habita al abrigo del Altísimo morará bajo la sombra del Omnipotente. Diré yo a Jehová: «Esperanza mía y castillo mío; mi Dios, en quien confiaré.» | El que habita al abrigo del Altísimo morará a la sombra del Omnipotente. Diré yo al Señor: Refugio mío y fortaleza mía, mi Dios, en quien confío. |
Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros seamos justicia de Dios en él. | Al que no conoció pecado, le hizo pecado por nosotros, para que fuéramos hechos justicia de Dios en Él. |
Pero de día mandará Jehová su misericordia y de noche su cántico estará conmigo, y mi oración al Dios de mi vida. | De día mandará el Señor su misericordia, y de noche su cántico estará conmigo; elevaré una oración al Dios de mi vida. |
Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado; al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios. | Los sacrificios de Dios son el espíritu contrito; al corazón contrito y humillado, oh Dios, no despreciarás. |
Si tu hermano peca contra ti, repréndelo; y si se arrepiente, perdónalo. Y si siete veces al día peca contra ti, y siete veces al día vuelve a ti, diciendo: “Me arrepiento”, perdónalo. | Si tu hermano peca, repréndelo; y si se arrepiente, perdónalo. Y si peca contra ti siete veces al día, y vuelve a ti siete veces, diciendo: «Me arrepiento», perdónalo. |
Al Dios y Padre nuestro sea gloria por los siglos de los siglos. Amén. | A nuestro Dios y Padre sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén. |
Ministrando estos al Señor y ayunando, dijo el Espíritu Santo: «Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a que los he llamado.» | Mientras ministraban al Señor y ayunaban, el Espíritu Santo dijo: Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a la que los he llamado. |
Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza ni por obligación, porque Dios ama al dador alegre. | Que cada uno dé como propuso en su corazón, no de mala gana ni por obligación, porque Dios ama al dador alegre. |
Porque ¿de qué le aprovechará al hombre ganar todo el mundo, si pierde su alma? | Pues, ¿de qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero y perder su alma? |
Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres y no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud. | Para libertad fue que Cristo nos hizo libres; por tanto, permaneced firmes, y no os sometáis otra vez al yugo de esclavitud. |
El necio da rienda suelta a toda su ira, pero el sabio, al fin, la apacigua. | El necio da rienda suelta a su ira, pero el sabio la reprime. |
El que encubre la falta busca la amistad; el que la divulga, aparta al amigo. | El que cubre una falta busca afecto, pero el que repite el asunto separa a los mejores amigos. |
Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción, pero confiad, yo he vencido al mundo. | Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tenéis tribulación; pero confiad, yo he vencido al mundo. |
Prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús. | Prosigo hacia la meta para obtener el premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús. |
En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros: en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo para que vivamos por él. | En esto se manifestó el amor de Dios en nosotros: en que Dios ha enviado a su Hijo unigénito al mundo para que vivamos por medio de Él. |
Jesús le dijo: —Vete, tu fe te ha salvado. Al instante recobró la vista, y seguía a Jesús por el camino. | Y Jesús le dijo: Vete, tu fe te ha sanado. Y al instante recobró la vista, y le seguía por el camino. |
Los ojos de Jehová están sobre los justos y atentos sus oídos al clamor de ellos. | Los ojos del Señor están sobre los justos, y sus oídos atentos a su clamor. |