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Jes��s (3/4)

¿Quién es el que vence al mundo sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?
Así que tú, hijo mío, fortalécete por la gracia que tenemos en Cristo Jesús.Tú, pues, hijo mío, esfuérzate en la gracia que es en Cristo Jesús.
Esta es la obra de Dios: que crean en aquel a quien él envió —les respondió Jesús.Respondió Jesús y les dijo: Esta es la obra de Dios, que creáis en el que él ha enviado.
Dichosos más bien —contestó Jesús— los que oyen la palabra de Dios y la obedecen.Y él dijo: Antes bienaventurados los que oyen la palabra de Dios, y la guardan.
Ciertamente les aseguro que todo el que peca es esclavo del pecado —respondió Jesús—.Jesús les respondió: De cierto, de cierto os digo, que todo aquel que hace pecado, esclavo es del pecado.
Al oír esto, Jesús le dijo a Jairo: —No tengas miedo; cree nada más, y ella será sanada.Oyéndolo Jesús, le respondió: No temas; cree solamente, y será salva.
Si alguien reconoce que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él, y él en Dios.Todo aquel que confiese que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él, y él en Dios.
El que da testimonio de estas cosas, dice: «Sí, vengo pronto». Amén. ¡Ven, Señor Jesús!El que da testimonio de estas cosas dice: Ciertamente vengo en breve. Amén; sí, ven, Señor Jesús.
Yo soy el camino, la verdad y la vida —le contestó Jesús—. Nadie llega al Padre sino por mí.Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.
De veras te aseguro que quien no nazca de nuevo no puede ver el reino de Dios —dijo Jesús.Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios.
Voy a estar con ustedes un poco más de tiempo —afirmó Jesús—, y luego volveré al que me envió.Entonces Jesús dijo: Todavía un poco de tiempo estaré con vosotros, e iré al que me envió.
Al oír esto, Jesús les contestó: —No son los sanos los que necesitan médico, sino los enfermos.Al oír esto Jesús, les dijo: Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos.
¡La paz sea con ustedes! —repitió Jesús—. Como el Padre me envió a mí, así yo los envío a ustedes.Entonces Jesús les dijo otra vez: Paz a vosotros. Como me envió el Padre, así también yo os envío.
Dará a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados.Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS, porque él salvará a su pueblo de sus pecados.
Así mismo serán perseguidos todos los que quieran llevar una vida piadosa en Cristo Jesús.Y también todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús padecerán persecución.
Para los hombres es imposible —aclaró Jesús, mirándolos fijamente—, mas para Dios todo es posible.Y mirándolos Jesús, les dijo: Para los hombres esto es imposible; mas para Dios todo es posible.
Porque me has visto, has creído —le dijo Jesús—; dichosos los que no han visto y sin embargo creen.Jesús le dijo: Porque me has visto, Tomás, creíste; bienaventurados los que no vieron, y creyeron.
Desde entonces comenzó Jesús a predicar: «Arrepiéntanse, porque el reino de los cielos está cerca».Desde entonces comenzó Jesús a predicar, y a decir: Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado.
“Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con todo tu ser y con toda tu mente” —le respondió Jesús—.Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente.
Al probar Jesús el vinagre, dijo: —Todo se ha cumplido. Luego inclinó la cabeza y entregó el espíritu.Cuando Jesús hubo tomado el vinagre, dijo: Consumado es. Y habiendo inclinado la cabeza, entregó el espíritu.
Después de hablar con ellos, el Señor Jesús fue llevado al cielo y se sentó a la derecha de Dios.Y el Señor, después que les habló, fue recibido arriba en el cielo, y se sentó a la diestra de Dios.
Encima de su cabeza pusieron por escrito la causa de su condena: «Este es Jesús, el Rey de los judíos».Y pusieron sobre su cabeza su causa escrita: ESTE ES JESÚS, EL REY DE LOS JUDÍOS.
Entonces Jesús exclamó con fuerza: —¡Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu! Y al decir esto, expiró.Entonces Jesús, clamando a gran voz, dijo: Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu. Y habiendo dicho esto, expiró.
Pedro se acercó a Jesús y le preguntó: —Señor, ¿cuántas veces tengo que perdonar a mi hermano que peca contra mí? ¿Hasta siete veces? —No te digo que hasta siete veces, sino hasta setenta y siete veces —le contestó Jesús—.Entonces se le acercó Pedro y le dijo: Señor, ¿cuántas veces perdonaré a mi hermano que peque contra mí? ¿Hasta siete? Jesús le dijo: No te digo hasta siete, sino aun hasta setenta veces siete.
Le contestó Jesús: —El que me ama, obedecerá mi palabra, y mi Padre lo amará, y haremos nuestra morada en él.Respondió Jesús y le dijo: El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él.

Yo te aseguro que quien no nazca de agua y del Espíritu no puede entrar en el reino de Dios —respondió Jesús—.Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios.
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Versículo de la Biblia del día

Pues Dios no nos ha dado un espíritu de timidez, sino de poder, de amor y de dominio propio.

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