Hubiera yo desmayado, si no creyese que veré la bondad de Jehová En la tierra de los vivientes. | Pero de una cosa estoy seguro: he de ver la bondad del Señor en esta tierra de los vivientes. |
Porque el fruto del Espíritu es en toda bondad, justicia y verdad. | El fruto de la luz consiste en toda bondad, justicia y verdad. |
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!!Cuán grande es tu bondad, que has guardado para los que te temen, Que has mostrado a los que esperan en ti, delante de los hijos de los hombres! | Cuán grande es tu bondad, que atesoras para los que te temen, y que a la vista de la gente derramas sobre los que en ti se refugian. |
Sed, pues, imitadores de Dios como hijos amados. | Por tanto, imiten a Dios, como hijos muy amados. |
Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia. | Por lo tanto, como escogidos de Dios, santos y amados, revístanse de afecto entrañable y de bondad, humildad, amabilidad y paciencia. |
Jesús le dijo: ¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios? | ¿No te dije que si crees verás la gloria de Dios? —le contestó Jesús. |
Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios. | Dichosos los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios. |
Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo; ¿Cuándo vendré, y me presentaré delante de Dios? | Tengo sed de Dios, del Dios de la vida. ¿Cuándo podré presentarme ante Dios? |
Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios. | Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. |
Y él dijo: Antes bienaventurados los que oyen la palabra de Dios, y la guardan. | Dichosos más bien —contestó Jesús— los que oyen la palabra de Dios y la obedecen. |
Toda palabra de Dios es limpia; El es escudo a los que en él esperan. | Toda palabra de Dios es digna de crédito; Dios protege a los que en él buscan refugio. |
¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios? | ¿Quién es el que vence al mundo sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios? |
El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios. | El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. |
Todo aquel que confiese que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él, y él en Dios. | Si alguien reconoce que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él, y él en Dios. |
Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios. | Tomen el casco de la salvación y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios. |
¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros? | ¿No saben que ustedes son templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en ustedes? |
Y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre. | Y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre. |
El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida. | El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios, no tiene la vida. |
Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley. | En cambio, el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio. No hay ley que condene estas cosas. |
Respondió Jesús y les dijo: Esta es la obra de Dios, que creáis en el que él ha enviado. | Esta es la obra de Dios: que crean en aquel a quien él envió —les respondió Jesús. |
Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. | Y Dios creó al ser humano a su imagen; lo creó a imagen de Dios. Hombre y mujer los creó. |
Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte cuando fuere tiempo. | Humíllense, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él los exalte a su debido tiempo. |
Porque el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de los hijos de Dios. | La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios. |
Gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo. | Que Dios nuestro Padre y el Señor Jesucristo les concedan gracia y paz. |
Acuérdate, oh Jehová, de tus piedades y de tus misericordias, Que son perpetuas. De los pecados de mi juventud, y de mis rebeliones, no te acuerdes; Conforme a tu misericordia acuérdate de mí, Por tu bondad, oh Jehová. | Acuérdate, Señor, de tu ternura y gran amor, que siempre me has mostrado; olvida los pecados y transgresiones que cometí en mi juventud. Acuérdate de mí según tu gran amor, porque tú, Señor, eres bueno. |