Nadie puede servir a dos señores; porque o aborrecerá a uno y amará al otro, o se apegará a uno y despreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas. | Nadie puede servir a dos señores, pues menospreciará a uno y amará al otro, o querrá mucho a uno y despreciará al otro. No se puede servir a la vez a Dios y a las riquezas. |
El Señor abre los ojos a los ciegos, el Señor levanta a los caídos, el Señor ama a los justos. | El Señor da vista a los ciegos, el Señor sostiene a los agobiados, el Señor ama a los justos. |
Yo dije al Señor: Tú eres mi Señor; ningún bien tengo fuera de ti. | Yo le he dicho al Señor: «Mi Señor eres tú. Fuera de ti, no poseo bien alguno». |
Porque el Señor es nuestro juez, el Señor es nuestro legislador, el Señor es nuestro rey; Él nos salvará. | Porque el Señor es nuestro guía; el Señor es nuestro gobernante. El Señor es nuestro rey: ¡Él nos salvará! |
Espera al Señor; esfuérzate y aliéntese tu corazón. Sí, espera al Señor. | Pon tu esperanza en el Señor; ten valor, cobra ánimo; ¡pon tu esperanza en el Señor! |
El Señor dará fuerza a su pueblo; el Señor bendecirá a su pueblo con paz. | El Señor fortalece a su pueblo; el Señor bendice a su pueblo con la paz. |
Te rogamos, oh Señor: sálvanos ahora; te rogamos, oh Señor: prospéranos ahora. Bendito el que viene en el nombre del Señor; desde la casa del Señor os bendecimos. | Señor, ¡danos la salvación! Señor, ¡concédenos la victoria! Bendito el que viene en el nombre del Señor. Desde la casa del Señor los bendecimos. |
Por el Señor son ordenados los pasos del hombre, y el Señor se deleita en su camino. | El Señor afirma los pasos del hombre cuando le agrada su modo de vivir. |
Pues si vivimos, para el Señor vivimos, y si morimos, para el Señor morimos; por tanto, ya sea que vivamos o que muramos, del Señor somos. | Si vivimos, para el Señor vivimos; y, si morimos, para el Señor morimos. Así pues, sea que vivamos o que muramos, del Señor somos. |
Y el Señor será rey sobre toda la tierra; aquel día el Señor será uno, y uno su nombre. | El Señor reinará sobre toda la tierra. En aquel día el Señor será el único Dios, y su nombre será el único nombre. |
Ahora bien, el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, hay libertad. | Ahora bien, el Señor es el Espíritu; y, donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad. |
Escucha, oh Israel, el Señor es nuestro Dios, el Señor uno es. Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu fuerza. | Escucha, Israel: El Señor nuestro Dios es el único Señor. Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con todas tus fuerzas. |
En medio de mi angustia invoqué al Señor; el Señor me respondió y me puso en un lugar espacioso. | Desde mi angustia clamé al Señor, y él respondió dándome libertad. |
Todo lo que respira alabe al Señor. ¡Aleluya! | ¡Que todo lo que respira alabe al Señor! ¡Aleluya! ¡Alabado sea el Señor! |
El Señor te bendiga y te guarde; el Señor haga resplandecer su rostro sobre ti, y tenga de ti misericordia; el Señor alce sobre ti su rostro, y te dé paz. | El Señor te bendiga y te guarde; el Señor te mire con agrado y te extienda su amor; el Señor te muestre su favor y te conceda la paz. |
El Señor es mi luz y mi salvación; ¿a quién temeré? El Señor es la fortaleza de mi vida; ¿de quién tendré temor? | El Señor es mi luz y mi salvación; ¿a quién temeré? El Señor es el baluarte de mi vida; ¿quién podrá amedrentarme? |
“Volveos a mí” —declara el Señor de los ejércitos— “y yo me volveré a vosotros” —dice el Señor de los ejércitos. | Vuélvanse a mí, y yo me volveré a ustedes —afirma el Señor Todopoderoso—. |
El Señor cumplirá su propósito en mí; eterna, oh Señor, es tu misericordia; no abandones las obras de tus manos. | El Señor cumplirá en mí su propósito. Tu gran amor, Señor, perdura para siempre; ¡no abandones la obra de tus manos! |
Señor, muéstrame tus caminos, y enséñame tus sendas. | Señor, hazme conocer tus caminos; muéstrame tus sendas. |
Una cosa he pedido al Señor, y esa buscaré: que habite yo en la casa del Señor todos los días de mi vida, para contemplar la hermosura del Señor, y para meditar en su templo. | Una sola cosa le pido al Señor, y es lo único que persigo: habitar en la casa del Señor todos los días de mi vida, para contemplar la hermosura del Señor y recrearme en su templo. |
La ley del Señor es perfecta, que restaura el alma; el testimonio del Señor es seguro, que hace sabio al sencillo. | La ley del Señor es perfecta: infunde nuevo aliento. El mandato del Señor es digno de confianza: da sabiduría al sencillo. |
Los preceptos del Señor son rectos, que alegran el corazón; el mandamiento del Señor es puro, que alumbra los ojos. | Los preceptos del Señor son rectos: traen alegría al corazón. El mandamiento del Señor es claro: da luz a los ojos. |
La gracia del Señor Jesús sea con todos. Amén. | Que la gracia del Señor Jesús sea con todos. Amén. |
Felipe le dijo: Señor, muéstranos al Padre, y nos basta. | Señor —dijo Felipe—, muéstranos al Padre y con eso nos basta. |
Desde lo más profundo, oh Señor, he clamado a ti. ¡Señor, oye mi voz! Estén atentos tus oídos a la voz de mis súplicas. | A ti, Señor, elevo mi clamor desde las profundidades del abismo. Escucha, Señor, mi voz. Estén atentos tus oídos a mi voz suplicante. |