Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención. | No agravien al Espíritu Santo de Dios, con el cual fueron sellados para el día de la redención. |
No desecho la gracia de Dios; pues si por la ley fuese la justicia, entonces por demás murió Cristo. | No desecho la gracia de Dios. Si la justicia se obtuviera mediante la ley, Cristo habría muerto en vano. |
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Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios. | De veras te aseguro que quien no nazca de nuevo no puede ver el reino de Dios —dijo Jesús. |
Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios. | Mas a cuantos lo recibieron, a los que creen en su nombre, les dio el derecho de ser hijos de Dios. |
Porque os es necesaria la paciencia, para que habiendo hecho la voluntad de Dios, obtengáis la promesa. | Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. |
Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro. | Porque la paga del pecado es muerte, mientras que la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús, nuestro Señor. |
Para que con gozo llegue a vosotros por la voluntad de Dios, y que sea recreado juntamente con vosotros. | De este modo, por la voluntad de Dios, llegaré a ustedes con alegría y podré descansar entre ustedes por algún tiempo. |
Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe. | Porque todo el que ha nacido de Dios vence al mundo. Esta es la victoria que vence al mundo: nuestra fe. |
Así os digo que hay gozo delante de los ángeles de Dios por un pecador que se arrepiente. | Les digo que así mismo se alegra Dios con sus ángeles por un pecador que se arrepiente. |
El que fue sembrado entre espinos, éste es el que oye la palabra, pero el afán de este siglo y el engaño de las riquezas ahogan la palabra, y se hace infructuosa. | El que recibió la semilla que cayó entre espinos es el que oye la palabra, pero las preocupaciones de esta vida y el engaño de las riquezas la ahogan, de modo que esta no llega a dar fruto. |
Y el Señor encamine vuestros corazones al amor de Dios, y a la paciencia de Cristo. | Que el Señor los lleve a amar como Dios ama, y a perseverar como Cristo perseveró. |
Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas. | Más bien, busquen primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas. |
Si alguno destruyere el templo de Dios, Dios le destruirá a él; porque el templo de Dios, el cual sois vosotros, santo es. | Si alguno destruye el templo de Dios, él mismo será destruido por Dios; porque el templo de Dios es sagrado, y ustedes son ese templo. |
Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él. | Al que no cometió pecado alguno, por nosotros Dios lo trató como pecador, para que en él recibiéramos la justicia de Dios. |
Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu; porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios. | Ahora bien, Dios nos ha revelado esto por medio de su Espíritu, pues el Espíritu lo examina todo, hasta las profundidades de Dios. |
La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios, y la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros. Amén. | Que la gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo sean con todos ustedes. |
El cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas. | El Hijo es el resplandor de la gloria de Dios, la fiel imagen de lo que él es, y el que sostiene todas las cosas con su palabra poderosa. Después de llevar a cabo la purificación de los pecados, se sentó a la derecha de la Majestad en las alturas. |
Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. | Yo te aseguro que quien no nazca de agua y del Espíritu no puede entrar en el reino de Dios —respondió Jesús—. |
Y todo lo que hacéis, sea de palabra o de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él. | Y todo lo que hagan, de palabra o de obra, háganlo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios el Padre por medio de él. |
Como libres, pero no como los que tienen la libertad como pretexto para hacer lo malo, sino como siervos de Dios. | Eso es actuar como personas libres que no se valen de su libertad para disimular la maldad, sino que viven como siervos de Dios. |
Ordena mis pasos con tu palabra, Y ninguna iniquidad se enseñoree de mí. | Guía mis pasos conforme a tu promesa; no dejes que me domine la iniquidad. |
Pues por esto pagáis también los tributos, porque son servidores de Dios que atienden continuamente a esto mismo. | Por eso mismo pagan ustedes impuestos, pues las autoridades están al servicio de Dios, dedicadas precisamente a gobernar. |
Ya vosotros estáis limpios por la palabra que os he hablado. | Ustedes ya están limpios por la palabra que les he comunicado. |
La suma de tu palabra es verdad, Y eterno es todo juicio de tu justicia. | La suma de tus palabras es la verdad; tus rectos juicios permanecen para siempre. |
Lámpara es a mis pies tu palabra, Y lumbrera a mi camino. | Tu palabra es una lámpara a mis pies; es una luz en mi sendero. |