Pues Dios no nos ha dado un espíritu de timidez, sino de poder, de amor y de dominio propio. | Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio. |
Pues Dios nos salvó y nos llamó a una vida santa, no por nuestras propias obras, sino por su propia determinación y gracia. Nos concedió este favor en Cristo Jesús antes del comienzo del tiempo. | Quien nos salvó y llamó con llamamiento santo, no conforme a nuestras obras, sino según el propósito suyo y la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos. |