Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio. | Pues Dios no nos ha dado un espíritu de timidez, sino de poder, de amor y de dominio propio. |
Pidiendo que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación en un mejor conocimiento de Él. | Pido que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre glorioso, les dé el Espíritu de sabiduría y de revelación, para que lo conozcan mejor. |
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Hijos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad. | Queridos hijos, no amemos de palabra ni de labios para afuera, sino con hechos y de verdad. |
Lavaos, limpiaos, quitad la maldad de vuestras obras de delante de mis ojos; cesad de hacer el mal. | ¡Lávense, límpiense! ¡Aparten de mi vista sus obras malvadas! ¡Dejen de hacer el mal! |
Y cuando Él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio. | Y, cuando él venga, convencerá al mundo de su error en cuanto al pecado, a la justicia y al juicio. |
Pero Él respondiendo, dijo: Escrito está: «No solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios». | Jesús le respondió: —Escrito está: “No solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”. |
Aparta de ti la boca perversa, y aleja de ti los labios falsos. | Aleja de tu boca la perversidad; aparta de tus labios las palabras corruptas. |
Y él, Juan, tenía un vestido de pelo de camello y un cinto de cuero a la cintura; y su comida era de langostas y miel silvestre. | La ropa de Juan estaba hecha de pelo de camello. Llevaba puesto un cinturón de cuero y se alimentaba de langostas y miel silvestre. |
De nada sirven las riquezas el día de la ira, pero la justicia libra de la muerte. | En el día de la ira de nada sirve ser rico, pero la justicia libra de la muerte. |
¿Quién es este Rey de la gloria? El Señor de los ejércitos, Él es el Rey de la gloria. (Selah) | ¿Quién es este Rey de la gloria? Es el Señor Todopoderoso; ¡él es el Rey de la gloria! Selah |
En tu mano están mis años; líbrame de la mano de mis enemigos, y de los que me persiguen. | Mi vida entera está en tus manos; líbrame de mis enemigos y perseguidores. |
Porque nosotros somos colaboradores de Dios, y vosotros sois labranza de Dios, edificio de Dios. | En efecto, nosotros somos colaboradores al servicio de Dios; y ustedes son el campo de cultivo de Dios, son el edificio de Dios. |
Porque el anhelo profundo de la creación es aguardar ansiosamente la revelación de los hijos de Dios. | La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios. |
Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra. | Concentren su atención en las cosas de arriba, no en las de la tierra. |
Y también José subió de Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David que se llama Belén, por ser él de la casa y de la familia de David, para inscribirse junto con María, desposada con él, la cual estaba encinta. | También José, que era descendiente del rey David, subió de Nazaret, ciudad de Galilea, a Judea. Fue a Belén, la Ciudad de David, para inscribirse junto con María su esposa. Ella se encontraba encinta. |
Por tanto, dejando las enseñanzas elementales acerca de Cristo, avancemos hacia la madurez, no echando otra vez el fundamento del arrepentimiento de obras muertas y de la fe hacia Dios, de la enseñanza sobre lavamientos, de la imposición de manos, de la resurrección de los muertos y del juicio eterno. | Por eso, dejando a un lado las enseñanzas elementales acerca de Cristo, avancemos hacia la madurez. No volvamos a poner los fundamentos, tales como el arrepentimiento de las obras que conducen a la muerte, la fe en Dios, la instrucción sobre bautismos, la imposición de manos, la resurrección de los muertos y el juicio eterno. |
Llena está mi boca de tu alabanza y de tu gloria todo el día. | Mi boca rebosa de alabanzas a tu nombre, y todo el día proclama tu grandeza. |
Los que amáis al Señor, aborreced el mal; Él guarda las almas de sus santos; los libra de la mano de los impíos. | El Señor ama a los que odian el mal; él protege la vida de sus fieles, y los libra de manos de los impíos. |
No haréis junto a mí dioses de plata ni dioses de oro; no os los haréis. | No me ofendan; no se hagan dioses de plata o de oro, ni los adoren. |
El que cree en mí, como ha dicho la Escritura: «De lo más profundo de su ser brotarán ríos de agua viva». | De aquel que cree en mí, como dice la Escritura, brotarán ríos de agua viva. |
Y el que no toma su cruz y sigue en pos de mí, no es digno de mí. | Y el que no toma su cruz y me sigue no es digno de mí. |
De día mandará el Señor su misericordia, y de noche su cántico estará conmigo; elevaré una oración al Dios de mi vida. | Esta es la oración al Dios de mi vida: que de día el Señor mande su amor, y de noche su canto me acompañe. |
Acuérdate, oh Señor, de tu compasión y de tus misericordias, que son eternas. No te acuerdes de los pecados de mi juventud ni de mis transgresiones; acuérdate de mí conforme a tu misericordia, por tu bondad, oh Señor. | Acuérdate, Señor, de tu ternura y gran amor, que siempre me has mostrado; olvida los pecados y transgresiones que cometí en mi juventud. Acuérdate de mí según tu gran amor, porque tú, Señor, eres bueno. |
Respondió Jesús y le dijo: En verdad, en verdad te digo que el que no nace de nuevo no puede ver el reino de Dios. | De veras te aseguro que quien no nazca de nuevo no puede ver el reino de Dios —dijo Jesús. |
Entonces, como escogidos de Dios, santos y amados, revestíos de tierna compasión, bondad, humildad, mansedumbre y paciencia. | Por lo tanto, como escogidos de Dios, santos y amados, revístanse de afecto entrañable y de bondad, humildad, amabilidad y paciencia. |