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M��a (2/4)

A Jehová he puesto siempre delante de mí; porque está a mi diestra, no seré conmovido.Siempre tengo presente al Señor; con él a mi derecha, nada me hará caer.
Mi arco he puesto en las nubes, el cual será por señal de mi pacto con la tierra.He colocado mi arco iris en las nubes, el cual servirá como señal de mi pacto con la tierra.
Así será mi palabra que sale de mi boca: no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero y será prosperada en aquello para lo cual la envié.Así es también la palabra que sale de mi boca: No volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo deseo y cumplirá con mis propósitos.
Ahora, pues, si dais oído a mi voz y guardáis mi pacto, vosotros seréis mi especial tesoro sobre todos los pueblos, porque mía es toda la tierra.Si ahora ustedes me son del todo obedientes, y cumplen mi pacto, serán mi propiedad exclusiva entre todas las naciones. Aunque toda la tierra me pertenece.
Ten piedad de mí, Dios, conforme a tu misericordia; conforme a la multitud de tus piedades borra mis rebeliones. ¡Lávame más y más de mi maldad y límpiame de mi pecado!Ten compasión de mí, oh Dios, conforme a tu gran amor; conforme a tu inmensa bondad, borra mis transgresiones. Lávame de toda mi maldad y límpiame de mi pecado.
De lo profundo, Jehová, a ti clamo. Señor, oye mi voz; estén atentos tus oídos a la voz de mi súplica.A ti, Señor, elevo mi clamor desde las profundidades del abismo. Escucha, Señor, mi voz. Estén atentos tus oídos a mi voz suplicante.
Jesús le dijo: —¡Suéltame!, porque aún no he subido a mi Padre; pero ve a mis hermanos y diles: “Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios.”Suéltame, porque todavía no he vuelto al Padre. Ve más bien a mis hermanos y diles: “Vuelvo a mi Padre, que es Padre de ustedes; a mi Dios, que es Dios de ustedes”.
Amo a Jehová, pues ha oído mi voz y mis súplicas, porque ha inclinado a mí su oído; por tanto, lo invocaré en todos mis días.Yo amo al Señor porque él escucha mi voz suplicante. Por cuanto él inclina a mí su oído, lo invocaré toda mi vida.
¡Dios, Dios mío eres tú! ¡De madrugada te buscaré! Mi alma tiene sed de ti, mi carne te anhela en tierra seca y árida donde no hay aguas.Oh Dios, tú eres mi Dios; yo te busco intensamente. Mi alma tiene sed de ti; todo mi ser te anhela, cual tierra seca, extenuada y sedienta.
En la multitud de mis pensamientos íntimos, tus consolaciones alegraban mi alma.Cuando en mí la angustia iba en aumento, tu consuelo llenaba mi alma de alegría.
Mientras callé, se envejecieron mis huesos en mi gemir todo el día.Mientras guardé silencio, mis huesos se fueron consumiendo por mi gemir de todo el día.
Jesús les respondió: —Yo soy el pan de vida. El que a mí viene nunca tendrá hambre, y el que en mí cree no tendrá sed jamás.Yo soy el pan de vida —declaró Jesús—. El que a mí viene nunca pasará hambre, y el que en mí cree nunca más volverá a tener sed.
Respondió Jesús y le dijo: —El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada con él.Le contestó Jesús: —El que me ama, obedecerá mi palabra, y mi Padre lo amará, y haremos nuestra morada en él.
Alzaré mis ojos a los montes. ¿De dónde vendrá mi socorro? Mi socorro viene de Jehová, que hizo los cielos y la tierra.A las montañas levanto mis ojos; ¿de dónde ha de venir mi ayuda? Mi ayuda proviene del Señor, creador del cielo y de la tierra.
¡Volveos a mi reprensión!, pues ciertamente yo derramaré mi espíritu sobre vosotros y os haré saber mis palabras.Respondan a mis reprensiones, y yo les abriré mi corazón; les daré a conocer mis pensamientos.
De cierto, de cierto os digo: El que reciba al que yo envíe, me recibe a mí; y el que me recibe a mí, recibe al que me envió.Ciertamente les aseguro que el que recibe al que yo envío me recibe a mí, y el que me recibe a mí recibe al que me envió.
Esperé yo en Jehová; esperó mi alma, en su palabra he esperado.Espero al Señor, lo espero con toda el alma; en su palabra he puesto mi esperanza.
Y les dijo: —Cualquiera que reciba a este niño en mi nombre, a mí me recibe; y cualquiera que me recibe a mí, recibe al que me envió, porque el que es más pequeño entre todos vosotros, ése es el más grande.El que recibe en mi nombre a este niño —les dijo—, me recibe a mí; y el que me recibe a mí, recibe al que me envió. El que es más insignificante entre todos ustedes, ese es el más importante.
Mas yo volveré mis ojos a Jehová, esperaré al Dios de mi salvación; el Dios mío me oirá.Pero yo he puesto mi esperanza en el Señor; yo espero en el Dios de mi salvación. ¡Mi Dios me escuchará!
Y me ha dicho: «Bástate mi gracia, porque mi poder se perfecciona en la debilidad.» Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo.Pero él me dijo: «Te basta con mi gracia, pues mi poder se perfecciona en la debilidad». Por lo tanto, gustosamente haré más bien alarde de mis debilidades, para que permanezca sobre mí el poder de Cristo.
Si alguno me sirve, sígame; y donde yo esté, allí también estará mi servidor. Si alguno me sirve, mi Padre lo honrará.Quien quiera servirme debe seguirme; y donde yo esté, allí también estará mi siervo. A quien me sirva, mi Padre lo honrará.
Pero yo cantaré de tu poder, alabaré de mañana tu misericordia, porque has sido mi amparo y refugio en el día de mi angustia.Pero yo le cantaré a tu poder, y por la mañana alabaré tu amor; porque tú eres mi protector, mi refugio en momentos de angustia.
Al vencedor le concederé que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido y me he sentado con mi Padre en su trono.Al que salga vencedor le daré el derecho de sentarse conmigo en mi trono, como también yo vencí y me senté con mi Padre en su trono.
Oye mi oración, Jehová, y escucha mi clamor. No calles ante mis lágrimas, porque forastero soy para ti y advenedizo, como todos mis padres.Señor, escucha mi oración, atiende a mi clamor; no cierres tus oídos a mi llanto. Ante ti soy un extraño, un peregrino, como todos mis antepasados.
Lámpara es a mis pies tu palabra y lumbrera a mi camino.Tu palabra es una lámpara a mis pies; es una luz en mi sendero.

Porque para mí el vivir es Cristo y el morir, ganancia.Porque para mí el vivir es Cristo y el morir es ganancia.
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Versículo de la Biblia del día

Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová, tu Dios, estará contigo dondequiera que vayas.

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