¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros? | ¿No sabéis que sois templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en vosotros? |
El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida. | El que tiene al Hijo tiene la vida, y el que no tiene al Hijo de Dios, no tiene la vida. |
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No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. | No todo el que me dice: «Señor, Señor», entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. |
Yo, yo soy vuestro consolador. ¿Quién eres tú para que tengas temor del hombre, que es mortal, y del hijo de hombre, que es como heno? | Yo, yo soy vuestro consolador. ¿Quién eres tú que temes al hombre mortal, y al hijo del hombre que como hierba es tratado? |
Pero a vosotros los que oís, os digo: Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os aborrecen; bendecid a los que os maldicen, y orad por los que os calumnian. | Pero a vosotros los que oís, os digo: amad a vuestros enemigos; haced bien a los que os aborrecen; bendecid a los que os maldicen; orad por los que os vituperan. |
Nadie que enciende una luz la cubre con una vasija, ni la pone debajo de la cama, sino que la pone en un candelero para que los que entran vean la luz. | Nadie enciende una lámpara y la cubre con una vasija, o la pone debajo de una cama, sino que la pone sobre un candelero para que los que entren vean la luz. |
Yo he conocido que no hay para ellos cosa mejor que alegrarse, y hacer bien en su vida; y también que es don de Dios que todo hombre coma y beba, y goce el bien de toda su labor. | Sé que no hay nada mejor para ellos que regocijarse y hacer el bien en su vida; además, que todo hombre que coma y beba y vea lo bueno en todo su trabajo, eso es don de Dios. |
Porque nada hay encubierto, que no haya de descubrirse; ni oculto, que no haya de saberse. | Y nada hay encubierto que no haya de ser revelado, ni oculto que no haya de saberse. |
Bienaventurado el hombre que halla la sabiduría, Y que obtiene la inteligencia. | Bienaventurado el hombre que halla sabiduría y el hombre que adquiere entendimiento. |
Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad. | Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que maneja con precisión la palabra de verdad. |
El que halla su vida, la perderá; y el que pierde su vida por causa de mí, la hallará. | El que ha hallado su vida, la perderá; y el que ha perdido su vida por mi causa, la hallará. |
He aquí el ojo de Jehová sobre los que le temen, Sobre los que esperan en su misericordia. | He aquí, los ojos del Señor están sobre los que le temen, sobre los que esperan en su misericordia. |
Todo lo que respira alabe a JAH. Aleluya. | Todo lo que respira alabe al Señor. ¡Aleluya! |
He aquí, Dios es el que me ayuda; El Señor está con los que sostienen mi vida. | He aquí, Dios es el que me ayuda; el Señor es el que sostiene mi alma. |
Porque este es el mensaje que habéis oído desde el principio: Que nos amemos unos a otros. | Porque este es el mensaje que habéis oído desde el principio: que nos amemos unos a otros. |
Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados. | Y sabemos que para los que aman a Dios, todas las cosas cooperan para bien, esto es, para los que son llamados conforme a su propósito. |
El que posee entendimiento ama su alma; El que guarda la inteligencia hallará el bien. | El que adquiere cordura ama su alma; el que guarda la prudencia hallará el bien. |
No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar. | No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea común a los hombres; y fiel es Dios, que no permitirá que vosotros seáis tentados más allá de lo que podéis soportar, sino que con la tentación proveerá también la vía de escape, a fin de que podáis resistirla. |
No juzguéis, para que no seáis juzgados. | No juzguéis para que no seáis juzgados. |
No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca; para que todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, él os lo dé. | Vosotros no me escogisteis a mí, sino que yo os escogí a vosotros, y os designé para que vayáis y deis fruto, y que vuestro fruto permanezca; para que todo lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo conceda. |
Y el que guarda sus mandamientos, permanece en Dios, y Dios en él. Y en esto sabemos que él permanece en nosotros, por el Espíritu que nos ha dado. | El que guarda sus mandamientos permanece en Él y Dios en él. Y en esto sabemos que Él permanece en nosotros: por el Espíritu que nos ha dado. |
El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ama, será amado por mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré a él. | El que tiene mis mandamientos y los guarda, ese es el que me ama; y el que me ama será amado por mi Padre; y yo lo amaré y me manifestaré a él. |
Que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. | Que si confiesas con tu boca a Jesús por Señor, y crees en tu corazón que Dios le resucitó de entre los muertos, serás salvo. |
Y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es, a fin de que nadie se jacte en su presencia. | Y lo vil y despreciado del mundo ha escogido Dios; lo que no es, para anular lo que es; para que nadie se jacte delante de Dios. |
Por lo cual eres inexcusable, oh hombre, quienquiera que seas tú que juzgas; pues en lo que juzgas a otro, te condenas a ti mismo; porque tú que juzgas haces lo mismo. | Por lo cual no tienes excusa, oh hombre, quienquiera que seas tú que juzgas, pues al juzgar a otro, a ti mismo te condenas, porque tú que juzgas practicas las mismas cosas. |