Me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón. | Me buscarán y me encontrarán cuando me busquen de todo corazón. |
¡Crea en mí, Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí! | Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva la firmeza de mi espíritu. |
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Con todo mi corazón te he buscado; no me dejes desviar de tus mandamientos. | Yo te busco con todo el corazón; no dejes que me desvíe de tus mandamientos. |
Sobre toda cosa que guardes, guarda tu corazón, porque de él mana la vida. | Por sobre todas las cosas cuida tu corazón, porque de él mana la vida. |
Bienaventurados los que guardan sus testimonios y con todo el corazón lo buscan. | Dichosos los que guardan sus estatutos y de todo corazón lo buscan. |
Enséñanos de tal modo a contar nuestros días que traigamos al corazón sabiduría. | Enséñanos a contar bien nuestros días, para que nuestro corazón adquiera sabiduría. |
Por heredad he tomado tus testimonios para siempre, porque son el gozo de mi corazón. | Tus estatutos son mi herencia permanente; son el regocijo de mi corazón. |
El corazón alegre es una buena medicina, pero el espíritu triste seca los huesos. | Gran remedio es el corazón alegre, pero el ánimo decaído seca los huesos. |
Si alguno se cree religioso entre vosotros, pero no refrena su lengua, sino que engaña su corazón, la religión del tal es vana. | Si alguien se cree religioso, pero no le pone freno a su lengua, se engaña a sí mismo, y su religión no sirve para nada. |
El de corazón sabio recibe los mandamientos, mas el de labios necios va a su ruina. | El de sabio corazón acata las órdenes, pero el necio y rezongón va camino al desastre. |
No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí. | No se angustien. Confíen en Dios, y confíen también en mí. |
Ahora, pues, dice Jehová, convertíos ahora a mí con todo vuestro corazón, con ayuno, llanto y lamento. | Ahora bien —afirma el Señor—, vuélvanse a mí de todo corazón, con ayuno, llantos y lamentos. |
Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación. | Porque con el corazón se cree para ser justificado, pero con la boca se confiesa para ser salvo. |
Pedro le dijo: —Ananías, ¿por qué llenó Satanás tu corazón para que mintieras al Espíritu Santo y sustrajeras del producto de la venta de la heredad? Reteniéndola, ¿no te quedaba a ti?, y vendida, ¿no estaba en tu poder? ¿Por qué pusiste esto en tu corazón? No has mentido a los hombres, sino a Dios. | Ananías —le reclamó Pedro—, ¿cómo es posible que Satanás haya llenado tu corazón para que le mintieras al Espíritu Santo y te quedaras con parte del dinero que recibiste por el terreno? ¿Acaso no era tuyo antes de venderlo? Y una vez vendido, ¿no estaba el dinero en tu poder? ¿Cómo se te ocurrió hacer esto? ¡No has mentido a los hombres, sino a Dios! |
Los mandamientos de Jehová son rectos: alegran el corazón; el precepto de Jehová es puro: alumbra los ojos. | Los preceptos del Señor son rectos: traen alegría al corazón. El mandamiento del Señor es claro: da luz a los ojos. |
Jesús le dijo: —“Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente.” | “Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con todo tu ser y con toda tu mente” —le respondió Jesús—. |
Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá? ¡Yo, Jehová, que escudriño la mente, que pruebo el corazón, para dar a cada uno según su camino, según el fruto de sus obras! | Nada hay tan engañoso como el corazón. No tiene remedio. ¿Quién puede comprenderlo? «Yo, el Señor, sondeo el corazón y examino los pensamientos, para darle a cada uno según sus acciones y según el fruto de sus obras». |
Enséñame, Jehová, tu camino, y caminaré yo en tu verdad; afirma mi corazón para que tema tu nombre. | Instrúyeme, Señor, en tu camino para conducirme con fidelidad. Dame integridad de corazón para temer tu nombre. |
¡Espera en Jehová! ¡Esfuérzate y aliéntese tu corazón! ¡Sí, espera en Jehová! | Pon tu esperanza en el Señor; ten valor, cobra ánimo; ¡pon tu esperanza en el Señor! |
Rasgad vuestro corazón y no vuestros vestidos, y convertíos a Jehová, vuestro Dios; porque es misericordioso y clemente, tardo para la ira y grande en misericordia, y se duele del castigo. | Rásguense el corazón y no las vestiduras. Vuélvanse al Señor su Dios, porque él es bondadoso y compasivo, lento para la ira y lleno de amor, cambia de parecer y no castiga. |
Porque yo libraba al pobre que clamaba y al huérfano que carecía de ayudador. La bendición venía sobre mí del que estaba a punto de perderse, y al corazón de la viuda yo procuraba alegría. | Si el pobre recurría a mí, yo lo ponía a salvo, y también al huérfano si no tenía quien lo ayudara. Me bendecían los desahuciados; ¡por mí gritaba de alegría el corazón de las viudas! |
Antes bien, como está escrito: «Cosas que ojo no vio ni oído oyó ni han subido al corazón del hombre, son las que Dios ha preparado para los que lo aman.» | Sin embargo, como está escrito: «Ningún ojo ha visto, ningún oído ha escuchado, ninguna mente humana ha concebido lo que Dios ha preparado para quienes lo aman». |
Pero si desde allí buscas a Jehová, tu Dios, lo hallarás, si lo buscas de todo tu corazón y de toda tu alma. | Pero, si desde allí buscas al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma, lo encontrarás. |
Reconoce asimismo en tu corazón, que, como castiga el hombre a su hijo, así Jehová, tu Dios, te castiga. | Reconoce en tu corazón que, así como un padre disciplina a su hijo, también el Señor tu Dios te disciplina a ti. |
Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado; al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios. | El sacrificio que te agrada es un espíritu quebrantado; tú, oh Dios, no desprecias al corazón quebrantado y arrepentido. |