«Si se enojan, no pequen». No permitan que el enojo les dure hasta la puesta del sol, ni den cabida al diablo. | Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo, ni deis oportunidad al diablo. |
El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. | El amor es paciente, es bondadoso; el amor no tiene envidia; el amor no es jactancioso, no es arrogante; no se porta indecorosamente; no busca lo suyo, no se irrita, no toma en cuenta el mal recibido. |
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No alimentes odios secretos contra tu hermano, sino reprende con franqueza a tu prójimo para que no sufras las consecuencias de su pecado. No seas vengativo con tu prójimo, ni le guardes rencor. Ama a tu prójimo como a ti mismo. Yo soy el Señor. | No odiarás a tu compatriota en tu corazón; podrás ciertamente reprender a tu prójimo, pero no incurrirás en pecado a causa de él. No te vengarás, ni guardarás rencor a los hijos de tu pueblo, sino que amarás a tu prójimo como a ti mismo; yo soy el Señor. |
El odio es motivo de disensiones, pero el amor cubre todas las faltas. | El odio suscita rencillas, pero el amor cubre todas las transgresiones. |
Mis queridos hermanos, tengan presente esto: Todos deben estar listos para escuchar, y ser lentos para hablar y para enojarse. | Esto sabéis, mis amados hermanos. Pero que cada uno sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para la ira. |
La respuesta amable calma el enojo, pero la agresiva echa leña al fuego. | La suave respuesta aparta el furor, mas la palabra hiriente hace subir la ira. |
El que es paciente muestra gran discernimiento; el que es agresivo muestra mucha insensatez. | El lento para la ira tiene gran prudencia, pero el que es irascible ensalza la necedad. |
Luego añadió: —Lo que sale de la persona es lo que la contamina. Porque de adentro, del corazón humano, salen los malos pensamientos, la inmoralidad sexual, los robos, los homicidios, los adulterios, la avaricia, la maldad, el engaño, el libertinaje, la envidia, la calumnia, la arrogancia y la necedad. Todos estos males vienen de adentro y contaminan a la persona. | Y decía: Lo que sale del hombre, eso es lo que contamina al hombre. Porque de adentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, fornicaciones, robos, homicidios, adulterios, avaricias, maldades, engaños, sensualidad, envidia, calumnia, orgullo e insensatez. Todas estas maldades de adentro salen, y contaminan al hombre. |
El necio da rienda suelta a su ira, pero el sabio sabe dominarla. | El necio da rienda suelta a su ira, pero el sabio la reprime. |
El necio muestra en seguida su enojo, pero el prudente pasa por alto el insulto. | El enojo del necio se conoce al instante, mas el prudente oculta la deshonra. |
El orgullo solo genera contiendas, pero la sabiduría está con quienes oyen consejos. | Por la soberbia solo viene la contienda, mas con los que reciben consejos está la sabiduría. |
Honroso es al hombre evitar la contienda, pero no hay necio que no inicie un pleito. | Es honra para el hombre eludir las contiendas, pero cualquier necio se enredará en ellas. |
Cuídense, hermanos, de que ninguno de ustedes tenga un corazón pecaminoso e incrédulo que los haga apartarse del Dios vivo. | Tened cuidado, hermanos, no sea que en alguno de vosotros haya un corazón malo de incredulidad, para apartarse del Dios vivo. |
¡Vuelve, apóstata Israel! No te miraré con ira —afirma el Señor—. No te guardaré rencor para siempre, porque soy misericordioso —afirma el Señor—. | «Regresa, infiel Israel» —declara el Señor—, «no te miraré con ira, porque soy misericordioso» —declara el Señor—; «no guardaré rencor para siempre.» |
Las obras de la naturaleza pecaminosa se conocen bien: inmoralidad sexual, impureza y libertinaje; idolatría y brujería; odio, discordia, celos, arrebatos de ira, rivalidades, disensiones, sectarismos y envidia; borracheras, orgías, y otras cosas parecidas. Les advierto ahora, como antes lo hice, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios. | Ahora bien, las obras de la carne son evidentes, las cuales son: inmoralidad, impureza, sensualidad, idolatría, hechicería, enemistades, pleitos, celos, enojos, rivalidades, disensiones, sectarismos, envidias, borracheras, orgías y cosas semejantes, contra las cuales os advierto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios. |