En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios. | En el principio ya existía el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios. |
Porque de Él, por Él y para Él son todas las cosas. A Él sea la gloria para siempre. Amén. | Porque todas las cosas proceden de él, y existen por él y para él. ¡A él sea la gloria por siempre! Amén. |
|
No seas vencido por el mal, sino vence con el bien el mal. | No te dejes vencer por el mal; al contrario, vence el mal con el bien. |
En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor, porque el temor involucra castigo, y el que teme no es hecho perfecto en el amor. | Sino que el amor perfecto echa fuera el temor. El que teme espera el castigo, así que no ha sido perfeccionado en el amor. |
El aguijón de la muerte es el pecado, y el poder del pecado es la ley. | El aguijón de la muerte es el pecado, y el poder del pecado es la ley. |
Yo soy el Alfa y la Omega —dice el Señor Dios— el que es y que era y que ha de venir, el Todopoderoso. | Yo soy el Alfa y la Omega —dice el Señor Dios—, el que es y que era y que ha de venir, el Todopoderoso. |
¿Y quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios? | ¿Quién es el que vence al mundo sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios? |
El que pone atención a la palabra hallará el bien, y el que confía en el Señor es bienaventurado. | El que atiende a la palabra prospera. ¡Dichoso el que confía en el Señor! |
El amor no hace mal al prójimo; por tanto, el amor es el cumplimiento de la ley. | El amor no perjudica al prójimo. Así que el amor es el cumplimiento de la ley. |
Como el Padre que vive me envió, y yo vivo por el Padre, asimismo el que me come, él también vivirá por mí. | Así como me envió el Padre viviente, y yo vivo por el Padre, también el que come de mí vivirá por mí. |
Como el agua refleja el rostro, así el corazón del hombre refleja al hombre. | En el agua se refleja el rostro, y en el corazón se refleja la persona. |
Este es el día que el Señor ha hecho; regocijémonos y alegrémonos en él. | Este es el día en que el Señor actuó; regocijémonos y alegrémonos en él. |
Pero el que persevere hasta el fin, ese será salvo. | Pero el que se mantenga firme hasta el fin será salvo. |
El que adquiere cordura ama su alma; el que guarda la prudencia hallará el bien. | El que adquiere cordura a sí mismo se ama, y el que retiene el discernimiento prospera. |
Todo aquel que confiesa que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él y él en Dios. | Si alguien reconoce que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él, y él en Dios. |
He aquí, Dios es el que me ayuda; el Señor es el que sostiene mi alma. | Pero Dios es mi socorro; el Señor es quien me sostiene. |
El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que no obedece al Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios permanece sobre él. | El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rechaza al Hijo no sabrá lo que es esa vida, sino que permanecerá bajo el castigo de Dios. |
Ahora bien, el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, hay libertad. | Ahora bien, el Señor es el Espíritu; y, donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad. |
El que guarda sus mandamientos permanece en Él y Dios en él. Y en esto sabemos que Él permanece en nosotros: por el Espíritu que nos ha dado. | El que obedece sus mandamientos permanece en Dios, y Dios en él. ¿Cómo sabemos que él permanece en nosotros? Por el Espíritu que nos dio. |
Digo: ¿Qué es el hombre para que de él te acuerdes, y el hijo del hombre para que lo cuides? | Me pregunto: «¿Qué es el hombre, para que en él pienses? ¿Qué es el ser humano, para que lo tomes en cuenta?» |
Mejor es el lento para la ira que el poderoso, y el que domina su espíritu que el que toma una ciudad. | Más vale ser paciente que valiente; más vale el dominio propio que conquistar ciudades. |
Y no temáis a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma; más bien temed a aquel que puede hacer perecer tanto el alma como el cuerpo en el infierno. | No teman a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. Teman más bien al que puede destruir alma y cuerpo en el infierno. |
El que guarda el mandamiento guarda su alma, mas el que menosprecia sus caminos morirá. | El que cumple el mandamiento cumple consigo mismo; el que descuida su conducta morirá. |
Él que oculta el odio tiene labios mentirosos, y el que esparce calumnia es un necio. | El de labios mentirosos disimula su odio, y el que propaga calumnias es un necio. |
El que practica el pecado es del diablo, porque el diablo ha pecado desde el principio. El Hijo de Dios se manifestó con este propósito: para destruir las obras del diablo. | El que practica el pecado es del diablo, porque el diablo ha estado pecando desde el principio. El Hijo de Dios fue enviado precisamente para destruir las obras del diablo. |