Que el Señor dirija vuestros corazones hacia el amor de Dios y hacia la perseverancia de Cristo. | Que el Señor los lleve a amar como Dios ama, y a perseverar como Cristo perseveró. |
La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros. | Que la gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo sean con todos ustedes. |
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En esto se manifestó el amor de Dios en nosotros: en que Dios ha enviado a su Hijo unigénito al mundo para que vivamos por medio de Él. | Así manifestó Dios su amor entre nosotros: en que envió a su Hijo unigénito al mundo para que vivamos por medio de él. |
Pero el que tiene bienes de este mundo, y ve a su hermano en necesidad y cierra su corazón contra él, ¿cómo puede morar el amor de Dios en él? | Si alguien que posee bienes materiales ve que su hermano está pasando necesidad, y no tiene compasión de él, ¿cómo se puede decir que el amor de Dios habita en él? |
Y la esperanza no desilusiona, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por medio del Espíritu Santo que nos fue dado. | Y esta esperanza no nos defrauda, porque Dios ha derramado su amor en nuestro corazón por el Espíritu Santo que nos ha dado. |
Pero vosotros, amados, edificándoos en vuestra santísima fe, orando en el Espíritu Santo, conservaos en el amor de Dios, esperando ansiosamente la misericordia de nuestro Señor Jesucristo para vida eterna. | Ustedes, en cambio, queridos hermanos, manténganse en el amor de Dios, edificándose sobre la base de su santísima fe y orando en el Espíritu Santo, mientras esperan que nuestro Señor Jesucristo, en su misericordia, les conceda vida eterna. |
Porque estoy convencido de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni lo presente, ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios que es en Cristo Jesús Señor nuestro. | Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor. |
Sed, pues, imitadores de Dios como hijos amados. | Por tanto, imiten a Dios, como hijos muy amados. |
Amados, amémonos unos a otros, porque el amor es de Dios, y todo el que ama es nacido de Dios y conoce a Dios. | Queridos hermanos, amémonos los unos a los otros, porque el amor viene de Dios, y todo el que ama ha nacido de él y lo conoce. |
Jesús le dijo: ¿No te dije que si crees, verás la gloria de Dios? | ¿No te dije que si crees verás la gloria de Dios? —le contestó Jesús. |
Bienaventurados los que procuran la paz, pues ellos serán llamados hijos de Dios. | Dichosos los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios. |
Pero tú, oh hombre de Dios, huye de estas cosas, y sigue la justicia, la piedad, la fe, el amor, la perseverancia y la amabilidad. | Tú, en cambio, hombre de Dios, huye de todo eso, y esmérate en seguir la justicia, la piedad, la fe, el amor, la constancia y la humildad. |
Mi alma tiene sed de Dios, del Dios viviente; ¿cuándo vendré y me presentaré delante de Dios? | Tengo sed de Dios, del Dios de la vida. ¿Cuándo podré presentarme ante Dios? |
Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, los tales son hijos de Dios. | Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. |
¿Y quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios? | ¿Quién es el que vence al mundo sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios? |
El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios. | El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. |
Todo aquel que confiesa que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él y él en Dios. | Si alguien reconoce que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él, y él en Dios. |
Y toda lengua confiese que Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre. | Y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre. |
Probada es toda palabra de Dios; Él es escudo para los que en Él se refugian. | Toda palabra de Dios es digna de crédito; Dios protege a los que en él buscan refugio. |
¿No sabéis que sois templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en vosotros? | ¿No saben que ustedes son templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en ustedes? |
Pero Él dijo: Al contrario, dichosos los que oyen la palabra de Dios y la guardan. | Dichosos más bien —contestó Jesús— los que oyen la palabra de Dios y la obedecen. |
¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? | ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? |
Creó, pues, Dios al hombre a imagen suya, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. | Y Dios creó al ser humano a su imagen; lo creó a imagen de Dios. Hombre y mujer los creó. |
Ayúdanos oh Dios de nuestra salvación, por la gloria de tu nombre; líbranos y perdona nuestros pecados por amor de tu nombre. | Oh Dios y Salvador nuestro, por la gloria de tu nombre, ayúdanos; por tu nombre, líbranos y perdona nuestros pecados. |
Respondió Jesús y les dijo: Esta es la obra de Dios: que creáis en el que Él ha enviado. | Esta es la obra de Dios: que crean en aquel a quien él envió —les respondió Jesús. |