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Versículos de la Biblia sobre 'Ese'

  • El que tiene mis mandamientos y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ama será amado por mi Padre, y yo lo amaré y me manifestaré a él.
  • Y les dijo: —Cualquiera que reciba a este niño en mi nombre, a mí me recibe; y cualquiera que me recibe a mí, recibe al que me envió, porque el que es más pequeño entre todos vosotros, ése es el más grande.
  • Yo no lo conocía; pero el que me envió a bautizar con agua me dijo: “Sobre quien veas descender el Espíritu y permanecer sobre él, ése es el que bautiza con Espíritu Santo.”
  • Pero el que persevere hasta el fin, éste será salvo.
  • Procuremos, pues, entrar en aquel reposo, para que ninguno caiga en semejante ejemplo de desobediencia.
  • Y habrá allí calzada y camino,
    el cual será llamado Camino de Santidad.
    No pasará por allí ningún impuro,
    sino que él mismo estará con ellos.
    El que ande por este camino,
    por torpe que sea, no se extraviará.
  • No comí manjar delicado, ni entró en mi boca carne ni vino, ni me ungí con perfume, hasta que se cumplieron las tres semanas.
  • Entonces bendijo Dios el séptimo día y lo santificó, porque en él reposó de toda la obra que había hecho en la creación.
  • Todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, éste la salvará.
  • Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí y yo en él, éste lleva mucho fruto, porque separados de mí nada podéis hacer.
  • Si alguno destruye el templo de Dios, Dios lo destruirá a él, porque el templo de Dios, el cual sois vosotros, santo es.
  • Entonces fueron abiertos los ojos de ambos y se dieron cuenta de que estaban desnudos. Cosieron, pues, hojas de higuera y se hicieron delantales.
  • Vosotros pensasteis hacerme mal, pero Dios lo encaminó a bien, para hacer lo que vemos hoy, para mantener con vida a mucha gente.
  • Os daré un corazón nuevo y pondré un espíritu nuevo dentro de vosotros. Quitaré de vosotros el corazón de piedra y os daré un corazón de carne.
  • Entonces entró también el otro discípulo que había venido primero al sepulcro; y vio, y creyó, pues aún no habían entendido la Escritura: que era necesario que él resucitara de los muertos.
  • Jehová, de mañana oirás mi voz;
    de mañana me presentaré delante de ti
    y esperaré.
  • ¡Espera en Jehová!
    ¡Esfuérzate y aliéntese tu corazón!
    ¡Sí, espera en Jehová!
  • Pero cuando os lleven para entregaros, no os preocupéis por lo que habéis de decir, ni lo penséis, sino lo que os sea dado en aquella hora, eso hablad, porque no sois vosotros los que habláis, sino el Espíritu Santo.
  • Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo.
    ¿Cuándo vendré y me presentaré delante de Dios?
  • Ni tampoco presentéis vuestros miembros al pecado como instrumentos de iniquidad, sino presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos, y vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia.
  • Los regalos de un hombre le abren el camino
    que lleva a la presencia de los grandes.
  • Y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor,
    para gloria de Dios Padre.
  • Él es quien guarda las veredas del juicio
    y preserva el camino de sus santos.
  • Tal vez digas en tu corazón: “¿Cómo conoceremos que ésta no es palabra de Jehová?” Si el profeta habla en nombre de Jehová, y no se cumple ni acontece lo que dijo, esa palabra no es de Jehová. Por presunción habló el tal profeta; no tengas temor de él.
  • Todo aquel que confiese que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él y él en Dios.
  • Me mostrarás la senda de la vida;
    en tu presencia hay plenitud de gozo,
    delicias a tu diestra para siempre.
  • Porque nada de lo que hay en el mundo —los deseos de la carne, los deseos de los ojos y la vanagloria de la vida— proviene del Padre, sino del mundo.
  • Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad.
  • Señor, delante de ti están todos mis deseos
    y mi suspiro no te es oculto.
  • Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne.
  • Y decía a todos: —Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día y sígame.
  • Y el Señor me librará de toda obra mala y me preservará para su reino celestial. A él sea gloria por los siglos de los siglos. Amén.
  • Te dé conforme al deseo de tu corazón
    y cumpla todos tus planes.
  • No desecho la gracia de Dios, pues si por la Ley viniera la justicia, entonces en vano murió Cristo.
  • Por lo cual, desechando toda inmundicia y abundancia de malicia, recibid con mansedumbre la palabra implantada, la cual puede salvar vuestras almas.
  • Al contrario, vestíos del Señor Jesucristo y no satisfagáis los deseos de la carne.
  • El Señor sabe librar de tentación a los piadosos, y reservar a los injustos para ser castigados en el día del juicio.
  • Así que, arrepentíos y convertíos para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de consuelo.
  • Y el mundo pasa, y sus deseos, pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.
  • Pero el que se gloría, gloríese en el Señor. No es aprobado el que se alaba a sí mismo, sino aquel a quien Dios alaba.
  • Y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es, a fin de que nadie se jacte en su presencia.
  • Y llamando a la gente y a sus discípulos, les dijo: —Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame.
  • ¿A quién tengo yo en los cielos sino a ti?
    Y fuera de ti nada deseo en la tierra.
  • ¿A dónde me iré de tu espíritu?
    ¿Y a dónde huiré de tu presencia?
    Si subiera a los cielos, allí estás tú;
    y si en el seol hiciera mi estrado, allí tú estás.
  • Por lo tanto, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios que presentéis vuestros cuerpos como sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro verdadero culto.
  • Pedro les dijo: —Arrepentíos y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados, y recibiréis el don del Espíritu Santo.
  • Tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse.
  • Despreciado y desechado entre los hombres,
    varón de dolores, experimentado en sufrimiento;
    y como que escondimos de él el rostro,
    fue menospreciado y no lo estimamos.
  • Bienaventurados seréis cuando los hombres os odien, os aparten de sí, os insulten y desechen vuestro nombre como malo por causa del Hijo del hombre.
  • Porque el ejercicio corporal para poco es provechoso, pero la piedad para todo aprovecha, pues tiene promesa de esta vida presente y de la venidera.