Así que, amados, puesto que tenemos tales promesas, limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios.
Sino, así como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir, porque escrito está: «Sed santos, porque yo soy santo.»
Él nos salvó y llamó con llamamiento santo, no conforme a nuestras obras, sino según el propósito suyo y la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos.
Haced todo sin murmuraciones ni discusiones, para que seáis irreprochables y sencillos, hijos de Dios sin mancha en medio de una generación maligna y perversa, en medio de la cual resplandecéis como lumbreras en el mundo, asidos de la palabra de vida.
Por lo tanto, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios que presentéis vuestros cuerpos como sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro verdadero culto.
Porque así dijo el Alto y Sublime, el que habita la eternidad y cuyo nombre es el Santo: «Yo habito en la altura y la santidad, pero habito también con el quebrantado y humilde de espíritu, para reavivar el espíritu de los humildes y para vivificar el corazón de los quebrantados.»
Pero os ruego, hermanos, que os fijéis en los que causan divisiones y ponen tropiezos en contra de la doctrina que vosotros habéis aprendido. Apartaos de ellos.
Y habrá allí calzada y camino, el cual será llamado Camino de Santidad. No pasará por allí ningún impuro, sino que él mismo estará con ellos. El que ande por este camino, por torpe que sea, no se extraviará.
Santificaré mi gran nombre, profanado entre las naciones, el cual profanasteis vosotros en medio de ellas. Y sabrán las naciones que yo soy Jehová, dice Jehová, el Señor, cuando sea santificado en vosotros delante de sus ojos.
Nadie enciende una luz para después cubrirla con una vasija, ni la pone debajo de la cama, sino que la pone en un candelero para que los que entren vean la luz.
Cantad a Dios, cantad salmos a su nombre; exaltad al que cabalga sobre los cielos. Jah es su nombre: ¡alegraos delante de él! Padre de huérfanos y defensor de viudas es Dios en su santa morada.