Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio. | Pues Dios no nos ha dado un espíritu de timidez, sino de poder, de amor y de dominio propio. |
En esto conocemos que permanecemos en él y él en nosotros, en que nos ha dado de su Espíritu. | ¿Cómo sabemos que permanecemos en él, y que él permanece en nosotros? Porque nos ha dado de su Espíritu. |
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Cuando Jesús tomó el vinagre, dijo: —¡Consumado es! E inclinando la cabeza, entregó el espíritu. | Al probar Jesús el vinagre, dijo: —Todo se ha cumplido. Luego inclinó la cabeza y entregó el espíritu. |
Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán y fue llevado por el Espíritu al desierto por cuarenta días, y era tentado por el diablo. No comió nada en aquellos días, pasados los cuales tuvo hambre. | Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán y fue llevado por el Espíritu al desierto. Allí estuvo cuarenta días y fue tentado por el diablo. No comió nada durante esos días, pasados los cuales tuvo hambre. |
La lengua apacible es árbol de vida, pero la perversidad de ella es quebrantamiento de espíritu. | La lengua que brinda alivio es árbol de vida; la lengua insidiosa deprime el espíritu. |
Enséñame a hacer tu voluntad, porque tú eres mi Dios; tu buen espíritu me guíe a tierra de rectitud. | Enséñame a hacer tu voluntad, porque tú eres mi Dios. Que tu buen Espíritu me guíe por un terreno sin obstáculos. |
Porque el fruto del Espíritu es en toda bondad, justicia y verdad. | El fruto de la luz consiste en toda bondad, justicia y verdad. |
Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús está en vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que está en vosotros. | Y, si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. |
Y no entristezcáis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención. | No agravien al Espíritu Santo de Dios, con el cual fueron sellados para el día de la redención. |
Como ciudad destruida y sin murallas es el hombre que no pone freno a su espíritu. | Como ciudad sin defensa y sin murallas es quien no sabe dominarse. |
Y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. Todos fueron llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablaran. | Se les aparecieron entonces unas lenguas como de fuego que se repartieron y se posaron sobre cada uno de ellos. Todos fueron llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en diferentes lenguas, según el Espíritu les concedía expresarse. |
El corazón alegre es una buena medicina, pero el espíritu triste seca los huesos. | Gran remedio es el corazón alegre, pero el ánimo decaído seca los huesos. |
El que anda con chismes revela el secreto; el de espíritu fiel lo guarda íntegro. | La gente chismosa revela los secretos; la gente confiable es discreta. |
Cuando comencé a hablar, cayó el Espíritu Santo sobre ellos, como también sobre nosotros al principio. | Cuando comencé a hablarles, el Espíritu Santo descendió sobre ellos tal como al principio descendió sobre nosotros. |
Velad y orad para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil. | Estén alerta y oren para que no caigan en tentación. El espíritu está dispuesto, pero el cuerpo es débil. |
Un solo cuerpo y un solo Espíritu, como fuisteis también llamados en una misma esperanza de vuestra vocación. | Hay un solo cuerpo y un solo Espíritu, así como también fueron llamados a una sola esperanza. |
Entonces Jesús, clamando a gran voz, dijo: —Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu. Habiendo dicho esto, expiró. | Entonces Jesús exclamó con fuerza: —¡Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu! Y al decir esto, expiró. |
Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado; al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios. | El sacrificio que te agrada es un espíritu quebrantado; tú, oh Dios, no desprecias al corazón quebrantado y arrepentido. |
La soberbia del hombre le acarrea humillación, pero al humilde de espíritu lo sustenta la honra. | El altivo será humillado, pero el humilde será enaltecido. |
La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros. Amén. | Que la gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo sean con todos ustedes. |
Nosotros somos testigos suyos de estas cosas, y también el Espíritu Santo, el cual ha dado Dios a los que lo obedecen. | Nosotros somos testigos de estos acontecimientos, y también lo es el Espíritu Santo que Dios ha dado a quienes le obedecen. |
Respondió Jesús: —De cierto, de cierto te digo que el que no nace de agua y del Espíritu no puede entrar en el reino de Dios. | Yo te aseguro que quien no nazca de agua y del Espíritu no puede entrar en el reino de Dios —respondió Jesús—. |
Pondré dentro de vosotros mi espíritu, y haré que andéis en mis estatutos y que guardéis mis preceptos y los pongáis por obra. | Infundiré mi Espíritu en ustedes, y haré que sigan mis preceptos y obedezcan mis leyes. |
Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu, porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte. | Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. |
Pero el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos. | Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. |