¿Quién es el que vence al mundo sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios? | ¿Y quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios? |
No tengan miedo, mi rebaño pequeño, porque es la buena voluntad del Padre darles el reino. | No temas, rebaño pequeño, porque vuestro Padre ha decidido daros el reino. |
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Toda palabra de Dios es digna de crédito; Dios protege a los que en él buscan refugio. | Probada es toda palabra de Dios; Él es escudo para los que en Él se refugian. |
La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios. | Porque el anhelo profundo de la creación es aguardar ansiosamente la revelación de los hijos de Dios. |
Y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre. | Y toda lengua confiese que Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre. |
Dichosos más bien —contestó Jesús— los que oyen la palabra de Dios y la obedecen. | Pero Él dijo: Al contrario, dichosos los que oyen la palabra de Dios y la guardan. |
Esta es la obra de Dios: que crean en aquel a quien él envió —les respondió Jesús. | Respondió Jesús y les dijo: Esta es la obra de Dios: que creáis en el que Él ha enviado. |
¿No saben que ustedes son templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en ustedes? | ¿No sabéis que sois templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en vosotros? |
Y Dios creó al ser humano a su imagen; lo creó a imagen de Dios. Hombre y mujer los creó. | Creó, pues, Dios al hombre a imagen suya, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. |
Tomen el casco de la salvación y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios. | Tomad también el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu que es la palabra de Dios. |
El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios, no tiene la vida. | El que tiene al Hijo tiene la vida, y el que no tiene al Hijo de Dios, no tiene la vida. |
Humíllense, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él los exalte a su debido tiempo. | Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que Él os exalte a su debido tiempo. |
Por tanto, acéptense mutuamente, así como Cristo los aceptó a ustedes para gloria de Dios. | Por tanto, aceptaos los unos a los otros, como también Cristo nos aceptó para gloria de Dios. |
Sanen a los enfermos que encuentren allí y díganles: “El reino de Dios ya está cerca de ustedes”. | Sanad a los enfermos que haya en ella, y decidles: «Se ha acercado a vosotros el reino de Dios». |
De veras te aseguro que quien no nazca de nuevo no puede ver el reino de Dios —dijo Jesús. | Respondió Jesús y le dijo: En verdad, en verdad te digo que el que no nace de nuevo no puede ver el reino de Dios. |
Pónganse toda la armadura de Dios para que puedan hacer frente a las artimañas del diablo. | Revestíos con toda la armadura de Dios para que podáis estar firmes contra las insidias del diablo. |
No agravien al Espíritu Santo de Dios, con el cual fueron sellados para el día de la redención. | Y no entristezcáis al Espíritu Santo de Dios, por el cual fuisteis sellados para el día de la redención. |
Después de hablar con ellos, el Señor Jesús fue llevado al cielo y se sentó a la derecha de Dios. | Entonces, el Señor Jesús, después de hablar con ellos, fue recibido en el cielo y se sentó a la diestra de Dios. |
Se ha cumplido el tiempo —decía—. El reino de Dios está cerca. ¡Arrepiéntanse y crean las buenas nuevas! | Y diciendo: El tiempo se ha cumplido y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos y creed en el evangelio. |
En efecto, nosotros somos colaboradores al servicio de Dios; y ustedes son el campo de cultivo de Dios, son el edificio de Dios. | Porque nosotros somos colaboradores de Dios, y vosotros sois labranza de Dios, edificio de Dios. |
Mas a cuantos lo recibieron, a los que creen en su nombre, les dio el derecho de ser hijos de Dios. | Pero a todos los que le recibieron, les dio el derecho de llegar a ser hijos de Dios, es decir, a los que creen en su nombre. |
En conclusión, ya sea que coman o beban o hagan cualquier otra cosa, háganlo todo para la gloria de Dios. | Entonces, ya sea que comáis, que bebáis, o que hagáis cualquier otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios. |
No desecho la gracia de Dios. Si la justicia se obtuviera mediante la ley, Cristo habría muerto en vano. | No hago nula la gracia de Dios, porque si la justicia viene por medio de la ley, entonces Cristo murió en vano. |
La tristeza que proviene de Dios produce el arrepentimiento que lleva a la salvación, de la cual no hay que arrepentirse, mientras que la tristeza del mundo produce la muerte. | Porque la tristeza que es conforme a la voluntad de Dios produce un arrepentimiento que conduce a la salvación, sin dejar pesar; pero la tristeza del mundo produce muerte. |
Porque todo el que ha nacido de Dios vence al mundo. Esta es la victoria que vence al mundo: nuestra fe. | Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo: nuestra fe. |