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Oración (3/3)

  • ¡Levántate, Jehová Dios, alza tu mano!
    ¡No te olvides de los pobres!
  • Orad en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velad en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos.
  • Padre, aquellos que me has dado, quiero que donde yo esté, también ellos estén conmigo, para que vean mi gloria que me has dado, pues me has amado desde antes de la fundación del mundo.
  • Oye mi oración, Jehová, y escucha mi clamor.
    No calles ante mis lágrimas,
    porque forastero soy para ti
    y advenedizo, como todos mis padres.
  • Les he dado a conocer tu nombre y lo daré a conocer aún, para que el amor con que me has amado esté en ellos y yo en ellos.
  • Perdónanos nuestras deudas,
    como también nosotros perdonamos a nuestros deudores.
  • Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones.
  • No nos metas en tentación,
    sino líbranos del mal,
    porque tuyo es el Reino, el poder y la gloria,
    por todos los siglos. Amén.
  • El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy.
  • Ministrando estos al Señor y ayunando, dijo el Espíritu Santo: «Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a que los he llamado.»
  • Por eso os digo: Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá.
  • Incluso la oración le es abominable
    al que aparta su oído para no escuchar la Ley.
  • Vosotros, maridos, igualmente, vivid con ellas sabiamente, dando honor a la mujer como a vaso más frágil y como a coherederas de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones no tengan estorbo.
  • Yo fortaleceré la casa de Judá
    y guardaré la casa de José.
    Los haré volver,
    porque de ellos tendré piedad;
    serán como si no los hubiera desechado,
    porque yo soy Jehová, su Dios,
    y los oiré.
  • Aconteció que cuando todo el pueblo se bautizaba, también Jesús fue bautizado y, mientras oraba, el cielo se abrió y descendió el Espíritu Santo sobre él en forma corporal, como paloma; y vino una voz del cielo que decía: «Tú eres mi Hijo amado; en ti tengo complacencia.»
  • Y tomando los cinco panes y los dos peces, levantó los ojos al cielo, los bendijo, los partió y dio a sus discípulos para que los pusieran delante de la gente. Comieron todos y se saciaron; y recogieron lo que les sobró: doce cestas de pedazos.