Que caiga mi enseñanza como lluvia y desciendan mis palabras como rocío, como aguacero sobre el pasto nuevo, como lluvia abundante sobre plantas tiernas.
¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios.