La corona del anciano son sus nietos; el orgullo de los hijos son sus padres. | Corona de los ancianos son los hijos de los hijos, y la gloria de los hijos son sus padres. |
Esta es la obra de Dios: que crean en aquel a quien él envió —les respondió Jesús. | Respondió Jesús y les dijo: Esta es la obra de Dios: que creáis en el que Él ha enviado. |
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Dale a todo el que te pida y, si alguien se lleva lo que es tuyo, no se lo reclames. | A todo el que te pida, dale, y al que te quite lo que es tuyo, no se lo reclames. |
Cumple los mandamientos del Señor tu Dios; témelo y sigue sus caminos. | Guardarás, pues, los mandamientos del Señor tu Dios, para andar en sus caminos y para temerle. |
Porque el Señor da la sabiduría; conocimiento y ciencia brotan de sus labios. | Porque el Señor da sabiduría, de su boca vienen el conocimiento y la inteligencia. |
Perdónanos nuestras deudas, como también nosotros hemos perdonado a nuestros deudores. | Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros hemos perdonado a nuestros deudores. |
Aunque uno se aparte del temor al Todopoderoso, el amigo no le niega su lealtad. | Para el abatido, debe haber compasión de parte de su amigo; no sea que abandone el temor del Todopoderoso. |
A la verdad, como éramos incapaces de salvarnos, en el tiempo señalado Cristo murió por los malvados. | Porque mientras aún éramos débiles, a su tiempo Cristo murió por los impíos. |
Tomen el casco de la salvación y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios. | Tomad también el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu que es la palabra de Dios. |
Yo soy el camino, la verdad y la vida —le contestó Jesús—. Nadie llega al Padre sino por mí. | Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre sino por mí. |
Hijo mío, obedece el mandamiento de tu padre y no abandones la enseñanza de tu madre. | Hijo mío, guarda el mandamiento de tu padre, y no abandones la enseñanza de tu madre. |
Humíllense, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él los exalte a su debido tiempo. | Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que Él os exalte a su debido tiempo. |
El justo se ve coronado de bendiciones, pero la boca del malvado encubre violencia. | Hay bendiciones sobre la cabeza del justo, pero la boca de los impíos oculta violencia. |
No debemos, pues, dormirnos como los demás, sino mantenernos alerta y en nuestro sano juicio. | Por tanto, no durmamos como los demás, sino estemos alerta y seamos sobrios. |
No nos cansemos de hacer el bien, porque a su debido tiempo cosecharemos si no nos damos por vencidos. | Y no nos cansemos de hacer el bien, pues a su tiempo, si no nos cansamos, segaremos. |
Pero, si no perdonan a otros sus ofensas, tampoco su Padre les perdonará a ustedes las suyas. | Pero si no perdonáis a los hombres, tampoco vuestro Padre perdonará vuestras transgresiones. |
Más bien, busquen primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas. | Pero buscad primero su reino y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas. |
La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. | Porque la mente puesta en la carne es muerte, pero la mente puesta en el Espíritu es vida y paz. |
Entonces, ¿qué? ¿Vamos a pecar porque no estamos ya bajo la ley, sino bajo la gracia? ¡De ninguna manera! | ¿Entonces qué? ¿Pecaremos porque no estamos bajo la ley, sino bajo la gracia? ¡De ningún modo! |
No juzguen, y no se les juzgará. No condenen, y no se les condenará. Perdonen, y se les perdonará. | No juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados. |
Por la palabra del Señor fueron creados los cielos, y por el soplo de su boca, las estrellas. | Por la palabra del Señor fueron hechos los cielos, y todo su ejército por el aliento de su boca. |
Pónganse toda la armadura de Dios para que puedan hacer frente a las artimañas del diablo. | Revestíos con toda la armadura de Dios para que podáis estar firmes contra las insidias del diablo. |
Porque, si perdonan a otros sus ofensas, también los perdonará a ustedes su Padre celestial. | Porque si perdonáis a los hombres sus transgresiones, también vuestro Padre celestial os perdonará a vosotros. |
Así el pecado no tendrá dominio sobre ustedes, porque ya no están bajo la ley, sino bajo la gracia. | Porque el pecado no tendrá dominio sobre vosotros, pues no estáis bajo la ley sino bajo la gracia. |
¿Y qué mérito tienen ustedes al hacer bien a quienes les hacen bien? Aun los pecadores actúan así. | Si hacéis bien a los que os hacen bien, ¿qué mérito tenéis? Porque también los pecadores hacen lo mismo. |