Por tanto, imiten a Dios, como hijos muy amados. | Sed, pues, imitadores de Dios como hijos amados. |
Queridos hijos, apártense de los ídolos. | Hijitos, guardaos de los ídolos. Amén. |
|
La corona del anciano son sus nietos; el orgullo de los hijos son sus padres. | Corona de los viejos son los nietos y honra de los hijos son sus padres. |
Nada me produce más alegría que oír que mis hijos practican la verdad. | No tengo yo mayor gozo que oír que mis hijos andan en la verdad. |
Dichosos los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios. | Bienaventurados los pacificadores, porque serán llamados hijos de Dios. |
El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. | El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios. |
Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. | Todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, son hijos de Dios. |
La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios. | Porque el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de los hijos de Dios. |
Tan compasivo es el Señor con los que le temen como lo es un padre con sus hijos. | Como el padre se compadece de los hijos, se compadece Jehová de los que lo temen. |
Porque ustedes antes eran oscuridad, pero ahora son luz en el Señor. Vivan como hijos de luz. | Porque en otro tiempo erais tinieblas, pero ahora sois luz en el Señor; andad como hijos de luz. |
Pero el amor del Señor es eterno y siempre está con los que le temen; su justicia está con los hijos de sus hijos, con los que cumplen su pacto y se acuerdan de sus preceptos para ponerlos por obra. | Mas la misericordia de Jehová es desde la eternidad y hasta la eternidad sobre los que lo temen, y su justicia sobre los hijos de los hijos, sobre los que guardan su pacto y los que se acuerdan de sus mandamientos para ponerlos por obra. |
Mas a cuantos lo recibieron, a los que creen en su nombre, les dio el derecho de ser hijos de Dios. | Mas a todos los que lo recibieron, a quienes creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios. |
Y ustedes, padres, no hagan enojar a sus hijos, sino críenlos según la disciplina e instrucción del Señor. | Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en disciplina y amonestación del Señor. |
Queridos hijos, no amemos de palabra ni de labios para afuera, sino con hechos y de verdad. | Hijitos míos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad. |
¡Fíjense qué gran amor nos ha dado el Padre, que se nos llame hijos de Dios! ¡Y lo somos! El mundo no nos conoce, precisamente porque no lo conoció a él. | Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios; por esto el mundo no nos conoce, porque no lo conoció a él. |
Todos ustedes son hijos de Dios mediante la fe en Cristo Jesús, porque todos los que han sido bautizados en Cristo se han revestido de Cristo. | Porque todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús, pues todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos. |
Y, por haberse mostrado temerosas de Dios, les concedió tener muchos hijos. | Y por haber las parteras temido a Dios, él prosperó sus familias. |
Pues, si ustedes, aun siendo malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más el Padre celestial dará el Espíritu Santo a quienes se lo pidan! | Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan? |
Les aseguro —respondió Jesús— que todo el que por mi causa y la del evangelio haya dejado casa, hermanos, hermanas, madre, padre, hijos o terrenos recibirá cien veces más ahora en este tiempo (casas, hermanos, hermanas, madres, hijos y terrenos, aunque con persecuciones); y en la edad venidera, la vida eterna. | Respondió Jesús y dijo: —De cierto os digo que no hay nadie que haya dejado casa, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o mujer, o hijos, o tierras, por causa de mí y del evangelio, que no reciba cien veces más ahora en este tiempo: casas, hermanos, hermanas, madres, hijos y tierras, aunque con persecuciones, y en el siglo venidero la vida eterna. |
¡Ojalá su corazón esté siempre dispuesto a temerme y a cumplir todos mis mandamientos, para que a ellos y a sus hijos siempre les vaya bien! | ¡Ojalá siempre tuvieran tal corazón, que me temieran y guardaran todos los días todos mis mandamientos, para que a ellos y a sus hijos les fuera bien para siempre! |
Ustedes, queridos hijos, son de Dios y han vencido a esos falsos profetas, porque el que está en ustedes es más poderoso que el que está en el mundo. | Hijitos, vosotros sois de Dios y los habéis vencido, porque mayor es el que está en vosotros que el que está en el mundo. |
Grábate en el corazón estas palabras que hoy te mando. Incúlcaselas continuamente a tus hijos. Háblales de ellas cuando estés en tu casa y cuando vayas por el camino, cuando te acuestes y cuando te levantes. | Estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón. Se las repetirás a tus hijos, y les hablarás de ellas estando en tu casa y andando por el camino, al acostarte y cuando te levantes. |
Y ahora, queridos hijos, permanezcamos en él para que, cuando se manifieste, podamos presentarnos ante él confiadamente, seguros de no ser avergonzados en su venida. | Ahora, hijitos, permaneced en él, para que cuando se manifieste, tengamos confianza, para que en su venida no nos alejemos de él avergonzados. |
Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: «¡Abba! ¡Padre!» | Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el Espíritu de adopción, por el cual clamamos: «¡Abba, Padre!» |
No explotes a las viudas ni a los huérfanos, porque, si tú y tu pueblo lo hacen, y ellos me piden ayuda, yo te aseguro que atenderé a su clamor: arderá mi furor y los mataré a ustedes a filo de espada. ¡Y sus mujeres se quedarán viudas, y sus hijos se quedarán huérfanos! | A ninguna viuda ni huérfano afligiréis, porque si tú llegas a afligirlos, y ellos claman a mí, ciertamente oiré yo su clamor, mi furor se encenderá y os mataré a espada; vuestras mujeres serán viudas, y huérfanos vuestros hijos. |