- Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis.
- En esto conoced el Espíritu de Dios: Todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en carne, es de Dios; y todo espíritu que no confiesa que Jesucristo ha venido en carne, no es de Dios; y este es el espíritu del anticristo, el cual vosotros habéis oído que viene, y que ahora ya está en el mundo.
- Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne.
- Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: !!Abba, Padre!
- Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio,
Y renueva un espíritu recto dentro de mí. - Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.
- Porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo, sean judíos o griegos, sean esclavos o libres; y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu.
- Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios.
- Quien nos salvó y llamó con llamamiento santo, no conforme a nuestras obras, sino según el propósito suyo y la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos.
- Porque ¿quién de los hombres sabe las cosas del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? Así tampoco nadie conoció las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios.
- ¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros?
- Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios.
- Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles.
- Bienaventurado y santo el que tiene parte en la primera resurrección; la segunda muerte no tiene potestad sobre éstos, sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con él mil años.
- Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz.
- En lo que requiere diligencia, no perezosos; fervientes en espíritu, sirviendo al Señor.
- Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio.
- En esto conocemos que permanecemos en él, y él en nosotros, en que nos ha dado de su Espíritu.
- La lengua apacible es árbol de vida;
Mas la perversidad de ella es quebrantamiento de espíritu. - Como ciudad derribada y sin muro
Es el hombre cuyo espíritu no tiene rienda. - Enséñame a hacer tu voluntad, porque tú eres mi Dios;
Tu buen espíritu me guíe a tierra de rectitud. - Porque el fruto del Espíritu es en toda bondad, justicia y verdad.
- Cuando Jesús hubo tomado el vinagre, dijo: Consumado es. Y habiendo inclinado la cabeza, entregó el espíritu.
- Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros.
- Un cuerpo, y un Espíritu, como fuisteis también llamados en una misma esperanza de vuestra vocación.
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