- ¿Por qué te abates, alma mía,
y por qué te turbas dentro de mí?
Espera en Dios, pues he de alabarle otra vez.
¡Él es la salvación de mi ser, y mi Dios! - Pues no por su espada tomaron posesión de la tierra,
ni su brazo los salvó,
sino tu diestra y tu brazo, y la luz de tu presencia,
porque te complaciste en ellos. - Dios es nuestro refugio y fortaleza,
nuestro pronto auxilio en las tribulaciones. - Estad quietos, y sabed que yo soy Dios;
exaltado seré entre las naciones, exaltado seré en la tierra. - Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a tu misericordia;
conforme a lo inmenso de tu compasión, borra mis transgresiones.
Lávame por completo de mi maldad,
y límpiame de mi pecado. - Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio,
y renueva un espíritu recto dentro de mí. - Los sacrificios de Dios son el espíritu contrito;
al corazón contrito y humillado, oh Dios, no despreciarás. - He aquí, Dios es el que me ayuda;
el Señor es el que sostiene mi alma. - Echa sobre el Señor tu carga, y Él te sustentará;
Él nunca permitirá que el justo sea sacudido. - El día en que temo,
yo en ti confío. - En Dios, cuya palabra alabo,
en Dios he confiado, no temeré.
¿Qué puede hacerme el hombre? - Exaltado seas sobre los cielos, oh Dios;
sobre toda la tierra sea tu gloria. - Porque grande, hasta los cielos, es tu misericordia,
y hasta el firmamento tu verdad. - Pero yo cantaré de tu poder;
sí, gozoso cantaré por la mañana tu misericordia;
porque tú has sido mi baluarte,
y un refugio en el día de mi angustia. - En Dios solamente espera en silencio mi alma;
de Él viene mi salvación. - Solo Él es mi roca y mi salvación,
mi baluarte, nunca seré sacudido. - Alma mía, espera en silencio solamente en Dios,
pues de Él viene mi esperanza. - Solo Él es mi roca y mi salvación,
mi refugio, nunca seré sacudido. - En Dios descansan mi salvación y mi gloria;
la roca de mi fortaleza, mi refugio, está en Dios. - Y tuya es, oh Señor, la misericordia,
pues tú pagas al hombre conforme a sus obras. - Oh Dios, tú eres mi Dios; te buscaré con afán.
Mi alma tiene sed de ti, mi carne te anhela
cual tierra seca y árida donde no hay agua. - Porque tu misericordia es mejor que la vida,
mis labios te alabarán.
Así te bendeciré mientras viva,
en tu nombre alzaré mis manos. - Porque tú nos has probado, oh Dios;
nos has refinado como se refina la plata. - Con mi boca clamé a Él,
y ensalzado fue con mi lengua. - Dios nos bendice,
para que le teman todos los términos de la tierra.
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