- Probad y ved que el Señor es bueno.
¡Cuán bienaventurado es el hombre que en Él se refugia! - Los leoncillos pasan necesidad y tienen hambre,
mas los que buscan al Señor no carecerán de bien alguno. - Guarda tu lengua del mal,
y tus labios de hablar engaño. - Apártate del mal y haz el bien,
busca la paz y síguela. - Los ojos del Señor están sobre los justos,
y sus oídos atentos a su clamor. - El rostro del Señor está contra los que hacen mal,
para cortar de la tierra su memoria. - Claman los justos, y el Señor los oye,
y los libra de todas sus angustias.
Cercano está el Señor a los quebrantados de corazón,
y salva a los abatidos de espíritu. - Muchas son las aflicciones del justo,
pero de todas ellas lo libra el Señor. - El Señor redime el alma de sus siervos;
y no será condenado ninguno de los que en Él se refugian. - Confía en el Señor, y haz el bien;
habita en la tierra, y cultiva la fidelidad. - Pon tu delicia en el Señor,
y Él te dará las peticiones de tu corazón. - Encomienda al Señor tu camino,
confía en Él, que Él actuará;
hará resplandecer tu justicia como la luz,
y tu derecho como el mediodía. - Confía callado en el Señor y espérale con paciencia;
no te irrites a causa del que prospera en su camino,
por el hombre que lleva a cabo sus intrigas. - Mejor es lo poco del justo
que la abundancia de muchos impíos.
Porque los brazos de los impíos serán quebrados;
mas el Señor sostiene a los justos. - El impío pide prestado y no paga,
mas el justo es compasivo y da. - Por el Señor son ordenados los pasos del hombre,
y el Señor se deleita en su camino. - Porque el Señor ama la justicia,
y no abandona a sus santos;
ellos son preservados para siempre,
pero la descendencia de los impíos será exterminada. - Señor, todo mi anhelo está delante de ti,
y mi suspiro no te es oculto. - Escucha mi oración, oh Señor, y presta oído a mi clamor;
no guardes silencio ante mis lágrimas;
porque extranjero soy junto a ti,
peregrino, como todos mis padres. - Me deleito en hacer tu voluntad, Dios mío;
tu ley está dentro de mi corazón. - Tú, oh Señor, no retengas tu compasión de mí;
tu misericordia y tu fidelidad me guarden continuamente. - Como el ciervo anhela las corrientes de agua,
así suspira por ti, oh Dios, el alma mía. - Mi alma tiene sed de Dios, del Dios viviente;
¿cuándo vendré y me presentaré delante de Dios? - Un abismo llama a otro abismo a la voz de tus cascadas;
todas tus ondas y tus olas han pasado sobre mí. - De día mandará el Señor su misericordia,
y de noche su cántico estará conmigo;
elevaré una oración al Dios de mi vida.
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