- Respondiendo él, dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu fuerza, y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo.
- Señor, todo mi anhelo está delante de ti,
y mi suspiro no te es oculto. - Pero yo cantaré de tu poder;
sí, gozoso cantaré por la mañana tu misericordia;
porque tú has sido mi baluarte,
y un refugio en el día de mi angustia. - Sáname, oh Señor, y seré sanado;
sálvame y seré salvo,
porque tú eres mi alabanza. - Pero yo pondré mis ojos en el Señor,
esperaré en el Dios de mi salvación;
mi Dios me oirá. - El Señor Dios es mi fortaleza;
Él ha hecho mis pies como los de las ciervas,
y por las alturas me hace caminar. - Mas tú, oh Señor, reinas para siempre,
tu trono permanece de generación en generación. - Guíame en tu verdad y enséñame,
porque tú eres el Dios de mi salvación;
en ti espero todo el día. - En Dios descansan mi salvación y mi gloria;
la roca de mi fortaleza, mi refugio, está en Dios. - Y ahora, Israel, ¿qué requiere de ti el Señor tu Dios, sino que temas al Señor tu Dios, que andes en todos sus caminos, que le ames y que sirvas al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma, y que guardes los mandamientos del Señor y sus estatutos que yo te ordeno hoy para tu bien?
- El Señor es mi luz y mi salvación;
¿a quién temeré?
El Señor es la fortaleza de mi vida;
¿de quién tendré temor? - Escucha, oh Israel, el Señor es nuestro Dios, el Señor uno es. Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu fuerza.
- ¿Adónde me iré de tu Espíritu,
o adónde huiré de tu presencia?
Si subo a los cielos, he aquí, allí estás tú;
si en el Seol preparo mi lecho, allí estás tú. - Llena está mi boca de tu alabanza
y de tu gloria todo el día. - En medio de mi angustia invoqué al Señor;
el Señor me respondió y me puso en un lugar espacioso. - Porque tú eres mi roca y mi fortaleza,
y por amor de tu nombre me conducirás y me guiarás. - Encomienda al Señor tu camino,
confía en Él, que Él actuará;
hará resplandecer tu justicia como la luz,
y tu derecho como el mediodía. - La salvación es del Señor.
¡Sea sobre tu pueblo tu bendición! (Selah) - Que si confiesas con tu boca a Jesús por Señor, y crees en tu corazón que Dios le resucitó de entre los muertos, serás salvo.
- Rasgad vuestro corazón y no vuestros vestidos;
volved ahora al Señor vuestro Dios,
porque Él es compasivo y clemente,
lento para la ira, abundante en misericordia,
y se arrepiente de infligir el mal. - Haz resplandecer tu rostro sobre tu siervo;
sálvame en tu misericordia. - En ti, oh Señor, me refugio;
jamás sea yo avergonzado;
líbrame en tu justicia. - Espera al Señor;
esfuérzate y aliéntese tu corazón.
Sí, espera al Señor. - En ti pondrán su confianza los que conocen tu nombre,
porque tú, oh Señor, no abandonas a los que te buscan. - Cuando mis inquietudes se multiplican dentro de mí,
tus consuelos deleitan mi alma.
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