Guarda tu lengua del mal, y tus labios de hablar engaño. | Que refrene su lengua de hablar el mal y sus labios de proferir engaños. |
Levántate, oh Señor; alza, oh Dios, tu mano. No te olvides de los pobres. | ¡Levántate, Señor! ¡Levanta, oh Dios, tu brazo! ¡No te olvides de los indefensos! |
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Toda tú eres hermosa, amada mía, y no hay defecto en ti. | Toda tú eres bella, amada mía; no hay en ti defecto alguno. |
Si digo: Mi pie ha resbalado, tu misericordia, oh Señor, me sostendrá. | No bien decía: «Mis pies resbalan», cuando ya tu amor, Señor, venía en mi ayuda. |
Sea sobre nosotros tu misericordia, oh Señor, según hemos esperado en ti. | Que tu gran amor, Señor, nos acompañe, tal como lo esperamos de ti. |
Yo dije al Señor: Tú eres mi Señor; ningún bien tengo fuera de ti. | Yo le he dicho al Señor: «Mi Señor eres tú. Fuera de ti, no poseo bien alguno». |
Tú, pues, hijo mío, fortalécete en la gracia que hay en Cristo Jesús. | Así que tú, hijo mío, fortalécete por la gracia que tenemos en Cristo Jesús. |
Y tuya es, oh Señor, la misericordia, pues tú pagas al hombre conforme a sus obras. | Que tú, Señor, eres todo amor; que tú pagarás a cada uno según lo que merezcan sus obras. |
Afirma mis pasos en tu palabra, y que ninguna iniquidad me domine. | Guía mis pasos conforme a tu promesa; no dejes que me domine la iniquidad. |
En ti me alegraré y me regocijaré; cantaré alabanzas a tu nombre, oh Altísimo. | Quiero alegrarme y regocijarme en ti, y cantar salmos a tu nombre, oh Altísimo. |
Acuérdate, oh Señor, de tu compasión y de tus misericordias, que son eternas. No te acuerdes de los pecados de mi juventud ni de mis transgresiones; acuérdate de mí conforme a tu misericordia, por tu bondad, oh Señor. | Acuérdate, Señor, de tu ternura y gran amor, que siempre me has mostrado; olvida los pecados y transgresiones que cometí en mi juventud. Acuérdate de mí según tu gran amor, porque tú, Señor, eres bueno. |
Hijo mío, presta atención a mis palabras, inclina tu oído a mis razones; que no se aparten de tus ojos, guárdalas en medio de tu corazón. | Hijo mío, atiende a mis consejos; escucha atentamente lo que digo. No pierdas de vista mis palabras; guárdalas muy dentro de tu corazón. |
Confía en el Señor con todo tu corazón, y no te apoyes en tu propio entendimiento. Reconócele en todos tus caminos, y Él enderezará tus sendas. | Confía en el Señor de todo corazón, y no en tu propia inteligencia. Reconócelo en todos tus caminos, y él allanará tus sendas. |
Porque tú nos has probado, oh Dios; nos has refinado como se refina la plata. | Tú, oh Dios, nos has puesto a prueba; nos has purificado como a la plata. |
Oh Señor Dios, por eso tú eres grande; pues no hay nadie como tú, ni hay Dios fuera de ti, conforme a todo lo que hemos oído con nuestros oídos. | ¡Qué grande eres, Señor omnipotente! Nosotros mismos hemos aprendido que no hay nadie como tú, y que aparte de ti no hay Dios. |
Te exaltaré mi Dios, oh Rey, y bendeciré tu nombre eternamente y para siempre. | Te exaltaré, mi Dios y rey; por siempre bendeciré tu nombre. |
Acuérdate, pues, de tu Creador en los días de tu juventud, antes que vengan los días malos, y se acerquen los años en que digas: No tengo en ellos placer. | Acuérdate de tu creador en los días de tu juventud, antes que lleguen los días malos y vengan los años en que digas: «No encuentro en ellos placer alguno». |
Hijo mío, si tu corazón es sabio, mi corazón también se me alegrará. | Hijo mío, si tu corazón es sabio, también mi corazón se regocijará. |
Pues el Señor tu Dios te bendecirá como te ha prometido, y tú prestarás a muchas naciones, pero tú no tomarás prestado; y tendrás dominio sobre muchas naciones, pero ellas no tendrán dominio sobre ti. | El Señor tu Dios te bendecirá, como lo ha prometido, y tú podrás darles prestado a muchas naciones, pero no tendrás que pedir prestado de ninguna. Dominarás a muchas naciones, pero ninguna te dominará a ti. |
En ti, oh Señor, me refugio; jamás sea yo avergonzado; líbrame en tu justicia. | En ti, Señor, busco refugio; jamás permitas que me avergüencen; en tu justicia, líbrame. |
Aun antes de que haya palabra en mi boca, he aquí, oh Señor, tú ya la sabes toda. | No me llega aún la palabra a la lengua cuando tú, Señor, ya la sabes toda. |
Tú crees que Dios es uno. Haces bien; también los demonios creen, y tiemblan. | ¿Tú crees que hay un solo Dios? ¡Magnífico! También los demonios lo creen, y tiemblan. |
Y si tu ojo derecho te es ocasión de pecar, arráncalo y échalo de ti; porque te es mejor que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea arrojado al infierno. | Por tanto, si tu ojo derecho te hace pecar, sácatelo y tíralo. Más te vale perder una sola parte de tu cuerpo, y no que todo él sea arrojado al infierno. |
Pues tú, Señor, eres bueno y perdonador, abundante en misericordia para con todos los que te invocan. | Tú, Señor, eres bueno y perdonador; grande es tu amor por todos los que te invocan. |
Entonces el Señor dijo a Satanás: He aquí, todo lo que tiene está en tu poder; pero no extiendas tu mano sobre él. Y Satanás salió de la presencia del Señor. | Muy bien —le contestó el Señor—. Todas sus posesiones están en tus manos, con la condición de que a él no le pongas la mano encima. Dicho esto, Satanás se retiró de la presencia del Señor. |