- Que si confiesas con tu boca a Jesús por Señor, y crees en tu corazón que Dios le resucitó de entre los muertos, serás salvo.
- Oh Señor, tú me has escudriñado y conocido.
Tú conoces mi sentarme y mi levantarme;
desde lejos comprendes mis pensamientos. - Tú enciendes mi lámpara, oh Señor;
mi Dios que alumbra mis tinieblas. - Lámpara es a mis pies tu palabra,
y luz para mi camino. - Por tanto, aparta de tu corazón la congoja
y aleja el sufrimiento de tu cuerpo,
porque la mocedad y la primavera de la vida son vanidad. - Exaltado seas sobre los cielos, oh Dios;
sobre toda la tierra sea tu gloria. - Pero tú, Belén Efrata,
aunque eres pequeña entre las familias de Judá,
de ti me saldrá el que ha de ser gobernante en Israel.
Y sus orígenes son desde tiempos antiguos,
desde los días de la eternidad. - Espera al Señor;
esfuérzate y aliéntese tu corazón.
Sí, espera al Señor. - Exaltado seas sobre los cielos, oh Dios,
sobre toda la tierra sea tu gloria. - No permitirá que tu pie resbale;
no se adormecerá el que te guarda. - ¿Cómo puede el joven guardar puro su camino?
Guardando tu palabra. - Porque tu misericordia es mejor que la vida,
mis labios te alabarán.
Así te bendeciré mientras viva,
en tu nombre alzaré mis manos. - La suma de tu palabra es verdad,
y cada una de tus justas ordenanzas es eterna. - Y el segundo es semejante a este: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.
- Sabe que así es la sabiduría para tu alma;
si la hallas, entonces habrá un futuro,
y tu esperanza no será cortada. - Mucha paz tienen los que aman tu ley,
y nada los hace tropezar. - Guarda tu lengua del mal,
y tus labios de hablar engaño. - Levántate, oh Señor; alza, oh Dios, tu mano.
No te olvides de los pobres. - Si digo: Mi pie ha resbalado,
tu misericordia, oh Señor, me sostendrá. - Sea sobre nosotros tu misericordia, oh Señor,
según hemos esperado en ti. - Tú, pues, hijo mío, fortalécete en la gracia que hay en Cristo Jesús.
- Y tuya es, oh Señor, la misericordia,
pues tú pagas al hombre conforme a sus obras. - Afirma mis pasos en tu palabra,
y que ninguna iniquidad me domine. - En ti me alegraré y me regocijaré;
cantaré alabanzas a tu nombre, oh Altísimo. - Acuérdate, oh Señor, de tu compasión y de tus misericordias,
que son eternas.
No te acuerdes de los pecados de mi juventud ni de mis transgresiones;
acuérdate de mí conforme a tu misericordia,
por tu bondad, oh Señor.
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Sécase la hierba, marchítase la flor,mas la palabra del Dios nuestro permanece para siempre.