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Jesús (3/8)

  • Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer.
  • En esto hemos conocido el amor, en que él puso su vida por nosotros; también nosotros debemos poner nuestras vidas por los hermanos.
  • Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo.
  • Para nosotros, sin embargo, sólo hay un Dios, el Padre, del cual proceden todas las cosas, y nosotros somos para él; y un Señor, Jesucristo, por medio del cual son todas las cosas, y nosotros por medio de él.
  • Jesús le dijo: Porque me has visto, Tomás, creíste; bienaventurados los que no vieron, y creyeron.
  • Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos.
  • Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.
  • Por tanto, recibíos los unos a los otros, como también Cristo nos recibió, para gloria de Dios.
  • ¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?
  • No os dejaré huérfanos; vendré a vosotros.
  • Sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación.
  • Este Jesús es la piedra reprobada por vosotros los edificadores, la cual ha venido a ser cabeza del ángulo.
  • Si guardareis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; así como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor.
  • Vosotros me llamáis Maestro, y Señor; y decís bien, porque lo soy.
  • Tú, pues, hijo mío, esfuérzate en la gracia que es en Cristo Jesús.
  • No he venido a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento.
  • Y les he dado a conocer tu nombre, y lo daré a conocer aún, para que el amor con que me has amado, esté en ellos, y yo en ellos.
  • No penséis que he venido para traer paz a la tierra; no he venido para traer paz, sino espada.
  • Mientras él aún hablaba, una nube de luz los cubrió; y he aquí una voz desde la nube, que decía: Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia; a él oíd.
  • Bienaventurados seréis cuando los hombres os aborrezcan, y cuando os aparten de sí, y os vituperen, y desechen vuestro nombre como malo, por causa del Hijo del Hombre.
  • Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo.
  • Pero sabemos que el Hijo de Dios ha venido, y nos ha dado entendimiento para conocer al que es verdadero; y estamos en el verdadero, en su Hijo Jesucristo. Este es el verdadero Dios, y la vida eterna.
  • Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros.
  • Porque Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió por los impíos.
  • Prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.

Pero por esto fui recibido a misericordia, para que Jesucristo mostrase en mí el primero toda su clemencia, para ejemplo de los que habrían de creer en él para vida eterna.
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