Cuando Jesús nació, en Belén de Judea, en días del rey Herodes, llegaron del oriente a Jerusalén unos sabios, preguntando: —¿Dónde está el rey de los judíos que ha nacido?, pues su estrella hemos visto en el oriente y venimos a adorarlo.
Ahora yo, Nabucodonosor, alabo, engrandezco y glorifico al Rey del cielo, porque todas sus obras son verdaderas y sus caminos justos; y él puede humillar a los que andan con soberbia.
A ti, Dios de mis padres, te doy gracias y te alabo, porque me has dado sabiduría y fuerza, y ahora me has revelado lo que te pedimos, pues nos has dado a conocer el asunto del rey.
¡Alégrate mucho, hija de Sión! ¡Da voces de júbilo, hija de Jerusalén! Mira que tu rey vendrá a ti, justo y salvador, pero humilde, cabalgando sobre un asno, sobre un pollino hijo de asna.
Pero yo os digo: No juréis de ninguna manera: ni por el cielo, porque es el trono de Dios; ni por la tierra, porque es el estrado de sus pies; ni por Jerusalén, porque es la ciudad del gran Rey.
Lo desnudaron y le echaron encima un manto escarlata; pusieron sobre su cabeza una corona tejida de espinas, y una caña en su mano derecha; e hincando la rodilla delante de él, se burlaban, diciendo: —¡Salve, rey de los judíos!
Ve y reúne a todos los judíos que se hallan en Susa, ayunad por mí y no comáis ni bebáis durante tres días y tres noches. También yo y mis doncellas ayunaremos, y entonces entraré a ver al rey, aunque no sea conforme a la ley; y si perezco, que perezca.
Vuelve, y dile a Ezequías, príncipe de mi pueblo: “Así dice Jehová, el Dios de David, tu padre: He oído tu oración, he visto tus lágrimas y voy a sanarte: dentro de tres días subirás a la casa de Jehová.”
Guarda los preceptos de Jehová, tu Dios, andando en sus caminos y observando sus estatutos y mandamientos, sus decretos y sus testimonios, de la manera que está escrito en la ley de Moisés, para que prosperes en todo lo que hagas y en todo aquello que emprendas.
También José subió de Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David, que se llama Belén, por cuanto era de la casa y familia de David, para ser empadronado con María su mujer, desposada con él, la cual estaba encinta.
Dijo Pablo: —Juan bautizó con bautismo de arrepentimiento, diciendo al pueblo que creyeran en aquel que vendría después de él, esto es, en Jesús el Cristo.
Vosotros, que lo amáis sin haberlo visto, creyendo en él aunque ahora no lo veáis, os alegráis con gozo inefable y glorioso, obteniendo el fin de vuestra fe, que es la salvación de vuestras almas.
Por la fe también la misma Sara, siendo estéril, recibió fuerza para concebir; y dio a luz aun fuera del tiempo de la edad, porque creyó que era fiel quien lo había prometido.
Entonces entró también el otro discípulo que había venido primero al sepulcro; y vio, y creyó, pues aún no habían entendido la Escritura: que era necesario que él resucitara de los muertos.
Tuya es, Jehová, la magnificencia y el poder, la gloria, la victoria y el honor; porque todas las cosas que están en los cielos y en la tierra son tuyas. Tuyo, Jehová, es el reino, y tú eres excelso sobre todos.