Pero el que se mantenga firme hasta el fin será salvo. | Mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo. |
Y todo el que invoque el nombre del Señor será salvo. | Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo. |
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Porque «todo el que invoque el nombre del Señor será salvo». | Porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo. |
El que crea y sea bautizado será salvo, pero el que no crea será condenado. | El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado. |
Yo soy la puerta; el que entre por esta puerta, que soy yo, será salvo. Se moverá con entera libertad, y hallará pastos. | Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo; y entrará, y saldrá, y hallará pastos. |
Él nos salvó, no por nuestras propias obras de justicia, sino por su misericordia. Nos salvó mediante el lavamiento de la regeneración y de la renovación por el Espíritu Santo. | Nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo. |
Que, si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor y crees en tu corazón que Dios lo levantó de entre los muertos, serás salvo. | Que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. |
Torre inexpugnable es el nombre del Señor; a ella corren los justos y se ponen a salvo. | Torre fuerte es el nombre de Jehová; A él correrá el justo, y será levantado. |
Cree en el Señor Jesús; así tú y tu familia serán salvos —le contestaron. | Ellos dijeron: Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa. |
Con su riqueza el rico pone a salvo su vida, pero al pobre no hay ni quien lo amenace. | El rescate de la vida del hombre está en sus riquezas; Pero el pobre no oye censuras. |
Porque con el corazón se cree para ser justificado, pero con la boca se confiesa para ser salvo. | Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación. |
Sáname, Señor, y seré sanado; sálvame y seré salvado, porque tú eres mi alabanza. | Sáname, oh Jehová, y seré sano; sálvame, y seré salvo; porque tú eres mi alabanza. |
Pues Dios nos salvó y nos llamó a una vida santa, no por nuestras propias obras, sino por su propia determinación y gracia. Nos concedió este favor en Cristo Jesús antes del comienzo del tiempo. | Quien nos salvó y llamó con llamamiento santo, no conforme a nuestras obras, sino según el propósito suyo y la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos. |
Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para salvarlo por medio de él. | Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él. |
Si el pobre recurría a mí, yo lo ponía a salvo, y también al huérfano si no tenía quien lo ayudara. Me bendecían los desahuciados; ¡por mí gritaba de alegría el corazón de las viudas! | Porque yo libraba al pobre que clamaba, Y al huérfano que carecía de ayudador. La bendición del que se iba a perder venía sobre mí, Y al corazón de la viuda yo daba alegría. |
Este pobre clamó, y el Señor le oyó y lo libró de todas sus angustias. | Este pobre clamó, y le oyó Jehová, Y lo libró de todas sus angustias. |
Temer a los hombres resulta una trampa, pero el que confía en el Señor sale bien librado. | El temor del hombre pondrá lazo; Mas el que confía en Jehová será exaltado. |
De hecho, en ningún otro hay salvación, porque no hay bajo el cielo otro nombre dado a los hombres mediante el cual podamos ser salvos. | Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos. |
El Señor me librará de todo mal y me preservará para su reino celestial. A él sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén. | Y el Señor me librará de toda obra mala, y me preservará para su reino celestial. A él sea gloria por los siglos de los siglos. Amén. |
Porque no fue su espada la que conquistó la tierra, ni fue su brazo el que les dio la victoria: fue tu brazo, tu mano derecha; fue la luz de tu rostro, porque tú los amabas. | Porque no se apoderaron de la tierra por su espada, Ni su brazo los libró; Sino tu diestra, y tu brazo, y la luz de tu rostro, Porque te complaciste en ellos. |
Ahora, hermanos, quiero recordarles el evangelio que les prediqué, el mismo que recibieron y en el cual se mantienen firmes. Mediante este evangelio son salvos, si se aferran a la palabra que les prediqué. De otro modo, habrán creído en vano. | Además os declaro, hermanos, el evangelio que os he predicado, el cual también recibisteis, en el cual también perseveráis; por el cual asimismo, si retenéis la palabra que os he predicado, sois salvos, si no creísteis en vano. |
No dejaban de reunirse en el templo ni un solo día. De casa en casa partían el pan y compartían la comida con alegría y generosidad, alabando a Dios y disfrutando de la estimación general del pueblo. Y cada día el Señor añadía al grupo los que iban siendo salvos. | Y perseverando unánimes cada día en el templo, y partiendo el pan en las casas, comían juntos con alegría y sencillez de corazón, alabando a Dios, y teniendo favor con todo el pueblo. Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos. |