Versículos de la Biblia sobre 'Salvo'
- Pero el que se mantenga firme hasta el fin será salvo.
- Y todo el que invoque el nombre del Señor será salvo.
- Porque «todo el que invoque el nombre del Señor será salvo».
- El que crea y sea bautizado será salvo, pero el que no crea será condenado.
- Sáname, Señor, y seré sanado;
sálvame y seré salvo,
porque tú eres mi alabanza. - Yo soy la puerta; el que entre por esta puerta, que soy yo, será salvo. Podrá entrar y salir con libertad y hallará pastos.
- Él nos salvó, no por nuestras propias obras de justicia, sino por su misericordia. Nos salvó mediante el lavamiento de la regeneración y de la renovación por el Espíritu Santo.
- Torre fuerte es el nombre del Señor;
a ella corren los justos y se ponen a salvo. - Que si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor y crees en tu corazón que Dios lo levantó de entre los muertos, serás salvo.
- Cree en el Señor Jesús; así tú y tu familia serán salvos —contestaron.
- Con su riqueza el rico pone a salvo su vida,
pero al pobre no hay quien lo reprenda. - Porque con el corazón se cree para ser justificado, pero con la boca se confiesa para ser salvo.
- Pues Dios nos salvó y nos llamó a una vida santa, no por nuestras propias obras, sino por su propia determinación y gracia. Nos concedió este favor en Cristo Jesús antes del comienzo del tiempo.
- Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para salvarlo por medio de él.
- Este pobre clamó, el Señor lo oyó
y lo libró de todas sus angustias. - Temer a los hombres resulta una trampa,
pero el que confía en el Señor sale bien librado. - De hecho, en ningún otro hay salvación, porque no hay bajo el cielo otro nombre dado a los hombres mediante el cual podamos ser salvos.
- El Señor me librará de todo mal y me preservará para su reino celestial. A él sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén.
- Porque no fue su espada la que conquistó la tierra
ni fue su brazo el que les dio la victoria:
fue tu brazo, tu mano derecha;
fue la luz de tu rostro, porque tú los amabas. - Ahora, hermanos, quiero recordarles las buenas noticias que les prediqué, las mismas que recibieron y en las cuales se mantienen firmes. Mediante estas buenas noticias son salvos, si se aferran a la palabra que les prediqué. De otro modo, habrán creído en vano.
- No dejaban de reunirse unánimes en el Templo ni un solo día. De casa en casa partían el pan y compartían la comida con alegría y generosidad, alabando a Dios y disfrutando de la estimación general del pueblo. Y cada día el Señor añadía al grupo los que iban siendo salvos.