- Pero el que tiene bienes de este mundo, y ve a su hermano en necesidad y cierra su corazón contra él, ¿cómo puede morar el amor de Dios en él?
- Nadie puede servir a dos señores; porque o aborrecerá a uno y amará al otro, o se apegará a uno y despreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas.
- El Señor es mi porción —dice mi alma—
por eso en Él espero. - Como entristecidos, mas siempre gozosos; como pobres, pero enriqueciendo a muchos; como no teniendo nada, aunque poseyéndolo todo.
- Cuando aumentan los bienes,
aumentan también los que los consumen.
Así, pues, ¿cuál es la ventaja para sus dueños, sino verlos con sus ojos? - Y he visto que todo trabajo y toda obra hábil que se hace, es el resultado de la rivalidad entre el hombre y su prójimo. También esto es vanidad y correr tras el viento.
- Respondiendo él, les decía: El que tiene dos túnicas, comparta con el que no tiene; y el que tiene qué comer, haga lo mismo.
- Cuando comían sus pastos, se saciaron,
y al estar saciados, se ensoberbeció su corazón;
por tanto, se olvidaron de mí. - El rescate de la vida de un hombre está en sus riquezas,
pero el pobre no oye amenazas. - No codiciarás la casa de tu prójimo; no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su sierva, ni su buey, ni su asno, ni nada que sea de tu prójimo.
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