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Cielo (2/2)

  • A las montañas levanto mis ojos;
    ¿de dónde ha de venir mi ayuda?
    Mi ayuda proviene del Señor,
    creador del cielo y de la tierra.
  • Sin embargo, no se alegren de que puedan someter a los espíritus, sino alégrense de que sus nombres están escritos en el cielo.
  • Y oí a cuanta criatura hay en el cielo, y en la tierra, y debajo de la tierra y en el mar, a todos en la creación, que cantaban: «¡Al que está sentado en el trono y al Cordero, sean la alabanza y la honra, la gloria y el poder, por los siglos de los siglos!»
  • Entonces Jesús tomó los cinco panes y los dos pescados, y mirando al cielo, los bendijo. Luego los partió y se los dio a los discípulos para que se los repartieran a la gente. Todos comieron hasta quedar satisfechos, y de los pedazos que sobraron se recogieron doce canastas.
  • No todo el que me dice: “Señor, Señor”, entrará en el reino de los cielos, sino solo el que hace la voluntad de mi Padre que está en el cielo.
  • Multiplicaré a tus descendientes como las estrellas del cielo, y les daré todas esas tierras. Por medio de tu descendencia todas las naciones de la tierra serán bendecidas, porque Abraham me obedeció y cumplió mis preceptos y mis mandamientos, mis normas y mis enseñanzas.
  • Y cuando estén orando, si tienen algo contra alguien, perdónenlo, para que también su Padre que está en el cielo les perdone a ustedes sus pecados.
  • Por eso Dios lo exaltó hasta lo sumo y le otorgó el nombre que está sobre todo nombre, para que ante el nombre de Jesús se doble toda rodilla en el cielo y en la tierra y debajo de la tierra.
  • Y los bendijo con estas palabras:
    «Sean fructíferos y multiplíquense;
    llenen la tierra y sométanla;
    dominen a los peces del mar y a las aves del cielo,
    y a todos los reptiles que se arrastran por el suelo».
  • En cambio, la sabiduría que desciende del cielo es ante todo pura, y además pacífica, bondadosa, dócil, llena de compasión y de buenos frutos, imparcial y sincera.
  • De hecho, sabemos que, si esta tienda de campaña en que vivimos se deshace, tenemos de Dios un edificio, una casa eterna en el cielo, no construida por manos humanas.
  • Si mi pueblo, que lleva mi nombre, se humilla y ora, y me busca y abandona su mala conducta, yo lo escucharé desde el cielo, perdonaré su pecado y restauraré su tierra.
  • El Señor mismo descenderá del cielo con voz de mando, con voz de arcángel y con trompeta de Dios, y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego los que estemos vivos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados junto con ellos en las nubes para encontrarnos con el Señor en el aire. Y así estaremos con el Señor para siempre.
  • ¿A dónde podría alejarme de tu Espíritu?
    ¿A dónde podría huir de tu presencia?
    Si subiera al cielo, allí estás tú;
    si tendiera mi lecho en el fondo del abismo,
    también estás allí.
  • Traigan íntegro el diezmo para los fondos del templo, y así habrá alimento en mi casa. Pruébenme en esto —dice el Señor Todopoderoso—, y vean si no abro las compuertas del cielo y derramo sobre ustedes bendición hasta que sobreabunde.
  • Y dijo: «Hagamos al ser humano
    a nuestra imagen y semejanza.
    Que tenga dominio sobre los peces del mar,
    y sobre las aves del cielo;
    sobre los animales domésticos,
    sobre los animales salvajes,
    y sobre todos los reptiles
    que se arrastran por el suelo».
  • Tuyos son, Señor,
    la grandeza y el poder,
    la gloria, la victoria y la majestad.
    Tuyo es todo cuanto hay
    en el cielo y en la tierra.
    Tuyo también es el reino,
    y tú estás por encima de todo.
  • ¿Podrá el hombre hallar un escondite
    donde yo no pueda encontrarlo?
    —afirma el Señor—.
    ¿Acaso no soy yo el que llena los cielos y la tierra?
    —afirma el Señor—.
  • ¿Acaso has podido verlas? ¡No existen!
    Es como si les salieran alas,
    pues se van volando como las águilas.
  • ¡Ah, Señor mi Dios! Tú, con tu gran fuerza y tu brazo poderoso, has hecho los cielos y la tierra. Para ti no hay nada imposible.
  • Ni se enciende una lámpara para cubrirla con un cajón. Por el contrario, se pone en la repisa para que alumbre a todos los que están en la casa. Hagan brillar su luz delante de todos, para que ellos puedan ver las buenas obras de ustedes y alaben al Padre que está en el cielo.
  • Oí una potente voz que provenía del trono y decía: «¡Aquí, entre los seres humanos, está la morada de Dios! Él acampará en medio de ellos, y ellos serán su pueblo; Dios mismo estará con ellos y será su Dios. Él les enjugará toda lágrima de los ojos. Ya no habrá muerte, ni llanto, ni lamento ni dolor, porque las primeras cosas han dejado de existir».

Versículo de la Biblia del día

El futuro de los justos es halagüeño;
la esperanza de los malvados se desvanece.

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Versículo de la Biblia al Azar

Con regalos se abren todas las puertas
y se llega a la presencia de gente importante.
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