Os ruego, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que todos os pongáis de acuerdo, y que no haya divisiones entre vosotros, sino que estéis enteramente unidos en un mismo sentir y en un mismo parecer.
Porque en verdad os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, no se perderá ni la letra más pequeña ni una tilde de la ley hasta que toda se cumpla.
No os preocupéis por vuestra vida, qué comeréis; ni por vuestro cuerpo, qué vestiréis. Porque la vida es más que el alimento, y el cuerpo más que la ropa.
Os digo que de la misma manera, habrá más gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente que por noventa y nueve justos que no necesitan arrepentimiento.
Y cuando estéis orando, perdonad si tenéis algo contra alguien, para que también vuestro Padre que está en los cielos os perdone vuestras transgresiones.
Para vosotros en primer lugar, Dios, habiendo resucitado a su Siervo, le ha enviado para que os bendiga, a fin de apartar a cada uno de vosotros de vuestras iniquidades.
Habéis oído que se dijo: «No cometerás adulterio». Pero yo os digo que todo el que mire a una mujer para codiciarla ya cometió adulterio con ella en su corazón.
Sino que así como aquel que os llamó es santo, así también sed vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; porque escrito está: Sed santos, porque Yo soy santo.