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Te (3/4)

  • En la noche te desea mi alma,
    en verdad mi espíritu dentro de mí te busca con diligencia;
    porque cuando la tierra tiene conocimiento de tus juicios,
    aprenden justicia los habitantes del mundo.
  • No te ruego que los saques del mundo, sino que los guardes del maligno.
  • Si por causa del día de reposo apartas tu pie
    para no hacer lo que te plazca en mi día santo,
    y llamas al día de reposo delicia, al día santo del Señor, honorable,
    y lo honras, no siguiendo tus caminos,
    ni buscando tu placer,
    ni hablando de tus propios asuntos,
    entonces te deleitarás en el Señor,
    y yo te haré cabalgar sobre las alturas de la tierra,
    y te alimentaré con la heredad de tu padre Jacob;
    porque la boca del Señor ha hablado.
  • Y ahora, ¿por qué te detienes? Levántate y bautízate, y lava tus pecados invocando su nombre.
  • A ti extiendo mis manos;
    mi alma te anhela como la tierra sedienta. (Selah)
  • He disipado como una densa nube tus transgresiones,
    y como espesa niebla tus pecados.
    Vuélvete a mí, porque yo te he redimido.
  • Te manifesté mi pecado,
    y no encubrí mi iniquidad.
    Dije: Confesaré mis transgresiones al Señor;
    y tú perdonaste la culpa de mi pecado. (Selah)
  • Jesús respondió: En verdad, en verdad te digo que el que no nace de agua y del Espíritu no puede entrar en el reino de Dios.
  • Por tanto, debes comprender en tu corazón que el Señor tu Dios te estaba disciplinando así como un hombre disciplina a su hijo.
  • Debéis guardar diligentemente los mandamientos del Señor vuestro Dios, y sus testimonios y estatutos que te ha mandado.
  • Su señor le dijo: «Bien, siervo bueno y fiel; en lo poco fuiste fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor».
  • Ya que eres precioso a mis ojos,
    digno de honra, y yo te amo,
    daré a otros hombres en lugar tuyo,
    y a otros pueblos por tu vida.
  • Yo también te digo que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella.
  • ¿Puede una mujer olvidar a su niño de pecho,
    sin compadecerse del hijo de sus entrañas?
    Aunque ellas se olvidaran, yo no te olvidaré.
    He aquí, en las palmas de mis manos, te he grabado;
    tus muros están constantemente delante de mí.
  • Él te ha declarado, oh hombre, lo que es bueno.
    ¿Y qué es lo que demanda el Señor de ti,
    sino solo practicar la justicia, amar la misericordia,
    y andar humildemente con tu Dios?
  • Darán voces de júbilo mis labios, cuando te cante alabanzas,
    y mi alma, que tú has redimido.
  • Pero tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cuando hayas cerrado la puerta, ora a tu Padre que está en secreto, y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.
  • Confía callado en el Señor y espérale con paciencia;
    no te irrites a causa del que prospera en su camino,
    por el hombre que lleva a cabo sus intrigas.
  • Ciertamente, siguiendo la senda de tus juicios,
    oh Señor, te hemos esperado;
    tu nombre y tu memoria son el anhelo del alma.
  • Oh Señor, tú eres mi Dios;
    te ensalzaré, daré alabanzas a tu nombre,
    porque has hecho maravillas,
    designios concebidos desde tiempos antiguos con toda fidelidad.
  • ¡Cuán grande es tu bondad,
    que has guardado para los que te temen,
    que has obrado para los que en ti se refugian,
    delante de los hijos de los hombres!
  • Porque así nos lo ha mandado el Señor:
    Te he puesto como luz para los gentiles,
    a fin de que lleves la salvación hasta los confines de la tierra.
  • Por lo cual no tienes excusa, oh hombre, quienquiera que seas tú que juzgas, pues al juzgar a otro, a ti mismo te condenas, porque tú que juzgas practicas las mismas cosas.
  • Yo te daré las llaves del reino de los cielos; y lo que ates en la tierra, será atado en los cielos; y lo que desates en la tierra, será desatado en los cielos.
  • «Regresa, infiel Israel» —declara el Señor—,
    «no te miraré con ira,
    porque soy misericordioso» —declara el Señor—;
    «no guardaré rencor para siempre.»

Pero tú, cuando des limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha, para que tu limosna sea en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.
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Versículo de la Biblia del día

Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos juntos en un mismo lugar. De repente vino del cielo un ruido como el de una ráfaga de viento impetuoso que llenó toda la casa donde estaban sentados.

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