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Versículos de la Biblia sobre 'EN TU PRESENCIA'

  • Me mostrarás la senda de la vida;
    en tu presencia hay plenitud de gozo,
    delicias a tu diestra para siempre.
  • ¿A dónde me iré de tu espíritu?
    ¿Y a dónde huiré de tu presencia?
    Si subiera a los cielos, allí estás tú;
    y si en el seol hiciera mi estrado, allí tú estás.
  • Y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es, a fin de que nadie se jacte en su presencia.
  • Los regalos de un hombre le abren el camino
    que lleva a la presencia de los grandes.
  • Así que, arrepentíos y convertíos para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de consuelo.
  • Dijo Jehová a Satanás: —Todo lo que tiene está en tu mano; solamente no pongas tu mano sobre él. Y salió Satanás de delante de Jehová.
  • Mi escondedero y mi escudo eres tú.
    En tu palabra he esperado.
  • Enséñame, Jehová, tu camino,
    y caminaré yo en tu verdad;
    afirma mi corazón
    para que tema tu nombre.
  • En ti, Jehová, he confiado;
    no sea yo confundido jamás.
    ¡Líbrame en tu justicia!
  • Humillaos delante del Señor y él os exaltará.
  • Encamíname en tu verdad y enséñame,
    porque tú eres el Dios de mi salvación;
    en ti he esperado todo el día.
  • Pero tú, cuando ores, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará en público.
  • En ti confiarán los que conocen tu nombre,
    por cuanto tú, Jehová, no desamparaste a los que te buscaron.
  • ¿Por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo?
  • Reconoce asimismo en tu corazón, que, como castiga el hombre a su hijo, así Jehová, tu Dios, te castiga.
  • «En tu mano están mis tiempos!»
    Líbrame de manos de mis enemigos
    y de mis perseguidores.
  • Mas yo en tu misericordia he confiado;
    mi corazón se alegrará en tu salvación.
    Cantaré a Jehová
    porque me ha hecho bien.
  • Pues no se apoderaron de la tierra por su espada,
    ni su brazo los libró;
    sino tu diestra, tu brazo, y la luz de tu rostro,
    porque te complaciste en ellos.
  • Si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor y crees en tu corazón que Dios lo levantó de entre los muertos, serás salvo.
  • Porque mejor es tu misericordia que la vida,
    mis labios te alabarán.
    Así te bendeciré en mi vida;
    en tu nombre alzaré mis manos.
  • Las riquezas y la gloria proceden de ti, y tú dominas sobre todo; en tu mano está la fuerza y el poder, y en tu mano el dar grandeza y poder a todos.
  • Confía en Jehová con todo tu corazón
    y no te apoyes en tu propia prudencia.
    Reconócelo en todos tus caminos
    y él hará derechas tus veredas.
  • Aprende pues, hoy, y reflexiona en tu corazón que Jehová es Dios arriba en el cielo y abajo en la tierra; no hay otro.
  • No aborrecerás a tu hermano en tu corazón. Reprenderás a tu prójimo, para que no participes de su pecado. No te vengarás ni guardarás rencor a los hijos de tu pueblo, sino amarás a tu prójimo como a ti mismo. Yo, Jehová.
  • Así os digo que hay gozo delante de los ángeles de Dios por un pecador que se arrepiente.
  • Pero cuando tú des limosna, no sepa tu izquierda lo que hace tu derecha, para que sea tu limosna en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará en público.
  • No seas sabio en tu propia opinión,
    sino teme a Jehová y apártate del mal,
    porque esto será medicina para tus músculos
    y refrigerio para tus huesos.
  • Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días se alarguen en la tierra que Jehová, tu Dios, te da.
  • Ellos dijeron: —Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo tú y tu casa.
  • Pero tú, cuando ayunes, unge tu cabeza y lava tu rostro, para no mostrar a los hombres que ayunas, sino a tu Padre que está en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará en público.
  • Entonces el ángel le dijo: —María, no temas, porque has hallado gracia delante de Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre Jesús.
  • Estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón. Se las repetirás a tus hijos, y les hablarás de ellas estando en tu casa y andando por el camino, al acostarte y cuando te levantes.
  • El hacer tu voluntad, Dios mío, me ha agradado,
    y tu Ley está en medio de mi corazón.
  • No dejes a tu amigo ni al amigo de tu padre,
    ni vayas a la casa de tu hermano en el día de tu aflicción:
    mejor es un vecino cerca que un hermano lejos.
  • Jesús le dijo: —“Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente.”
  • Encomienda a Jehová tu camino,
    confía en él y él hará.
    Exhibirá tu justicia como la luz
    y tu derecho como el mediodía.
  • Haz resplandecer tu rostro sobre tu siervo;
    ¡sálvame por tu misericordia!
  • Porque por las obras de la Ley ningún ser humano será justificado delante de él, ya que por medio de la Ley es el conocimiento del pecado.
  • Multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo y daré a tu descendencia todas estas tierras, y todas las naciones de la tierra serán benditas en tu simiente, por cuanto oyó Abraham mi voz y guardó mi precepto, mis mandamientos, mis estatutos y mis leyes.
  • Mas tú, Jehová, permanecerás para siempre;
    tu trono, de generación en generación.
  • Aunque ande en valle de sombra de muerte,
    no temeré mal alguno,
    porque tú estarás conmigo;
    tu vara y tu cayado me infundirán aliento.
  • Pedro le dijo: —Ananías, ¿por qué llenó Satanás tu corazón para que mintieras al Espíritu Santo y sustrajeras del producto de la venta de la heredad? Reteniéndola, ¿no te quedaba a ti?, y vendida, ¿no estaba en tu poder? ¿Por qué pusiste esto en tu corazón? No has mentido a los hombres, sino a Dios.
  • Pelea la buena batalla de la fe, echa mano de la vida eterna, a la cual asimismo fuiste llamado, habiendo hecho la buena profesión delante de muchos testigos.
  • Vosotros, pues, oraréis así:
    “Padre nuestro que estás en los cielos,
    santificado sea tu nombre.
    Venga tu Reino.
    Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra.”
  • Guardarás el sábado para santificarlo, como Jehová, tu Dios, te ha mandado. Seis días trabajarás y harás toda tu obra, pero el séptimo día es de reposo para Jehová, tu Dios. Ninguna obra harás tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu sierva, ni tu buey, ni tu asno, ni ningún animal tuyo, ni el extranjero que está dentro de tus puertas, para que tu siervo y tu sierva puedan descansar como tú.
  • “Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas.” Éste es el principal mandamiento.
  • Si retraes del sábado tu pie,
    de hacer tu voluntad en mi día santo,
    y lo llamas “delicia”,
    “santo”, “glorioso de Jehová”,
    y lo veneras, no andando en tus propios caminos
    ni buscando tu voluntad ni hablando tus propias palabras,
    entonces te deleitarás en Jehová.
    Yo te haré subir sobre las alturas de la tierra
    y te daré a comer la heredad de tu padre Jacob.
    La boca de Jehová lo ha hablado.
  • Aquél, respondiendo, dijo: —Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo.
  • Jehová, no apartes de mí tu misericordia;
    tu misericordia y tu verdad me guarden siempre.
  • Acuérdate del sábado para santificarlo. Seis días trabajarás y harás toda tu obra, pero el séptimo día es de reposo para Jehová, tu Dios; no hagas en él obra alguna, tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu criada, ni tu bestia, ni el extranjero que está dentro de tus puertas, porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, el mar, y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día; por tanto, Jehová bendijo el sábado y lo santificó.