- Y decía: ¡Abba, Padre! Para ti todas las cosas son posibles; aparta de mí esta copa, pero no sea lo que yo quiero, sino lo que tú quieras.
- ¿No sabéis que sois templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en vosotros?
- Ya que eres precioso a mis ojos,
digno de honra, y yo te amo,
daré a otros hombres en lugar tuyo,
y a otros pueblos por tu vida. - En ti pondrán su confianza los que conocen tu nombre,
porque tú, oh Señor, no abandonas a los que te buscan. - Toda tú eres hermosa, amada mía,
y no hay defecto en ti. - Amados, amémonos unos a otros, porque el amor es de Dios, y todo el que ama es nacido de Dios y conoce a Dios.
- No añadiréis nada a la palabra que yo os mando, ni quitaréis nada de ella, para que guardéis los mandamientos del Señor vuestro Dios que yo os mando.
- Yo te haré saber y te enseñaré el camino en que debes andar;
te aconsejaré con mis ojos puestos en ti. - El segundo es este: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo». No hay otro mandamiento mayor que estos.
- Miren tus ojos hacia adelante,
y que tu mirada se fíje en lo que está frente a ti. - Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, los tales son hijos de Dios.
- Él ha hecho todo apropiado a su tiempo. También ha puesto la eternidad en sus corazones; sin embargo, el hombre no descubre la obra que Dios ha hecho desde el principio hasta el fin.
- Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio.
- El que no ama no conoce a Dios, porque Dios es amor.
- A ti extiendo mis manos;
mi alma te anhela como la tierra sedienta. (Selah) - En mi corazón he atesorado tu palabra,
para no pecar contra ti. - Si alguno destruye el templo de Dios, Dios lo destruirá a él, porque el templo de Dios es santo, y eso es lo que vosotros sois.
- ¡Ah, Señor Dios! He aquí, tú hiciste los cielos y la tierra con tu gran poder y con tu brazo extendido; nada es imposible para ti.
- Y el segundo es semejante a este: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.
- Desde lo más profundo, oh Señor, he clamado a ti.
¡Señor, oye mi voz!
Estén atentos tus oídos
a la voz de mis súplicas. - Predica la palabra; insiste a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con mucha paciencia e instrucción.
- Mirándolos Jesús, dijo: Para los hombres es imposible, pero no para Dios, porque todas las cosas son posibles para Dios.
- Porque nosotros somos colaboradores de Dios, y vosotros sois labranza de Dios, edificio de Dios.
- En ti me alegraré y me regocijaré;
cantaré alabanzas a tu nombre, oh Altísimo. - ¿Y quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?
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