Pon la mirada en lo que tienes delante; fija la vista en lo que está frente a ti. | Que tus ojos miren lo recto y que tus párpados se abran a lo que tienes delante. |
El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios, no tiene la vida. | El que tiene al Hijo tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida. |
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Yo sé que mi redentor vive, y que al final triunfará sobre la muerte. | Pero yo sé que mi Redentor vive, y que al fin se levantará sobre el polvo. |
No todo el que me dice: “Señor, Señor”, entrará en el reino de los cielos, sino solo el que hace la voluntad de mi Padre que está en el cielo. | No todo el que me dice: “¡Señor, Señor!”, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. |
El que perdona la ofensa cultiva el amor; el que insiste en la ofensa divide a los amigos. | El que encubre la falta busca la amistad; el que la divulga, aparta al amigo. |
Me di a conocer a los que no preguntaban por mí; dejé que me hallaran los que no me buscaban. A una nación que no invocaba mi nombre, le dije: “¡Aquí estoy!” | Yo me dejé buscar por aquellos que no preguntaban por mí y fui hallado por aquellos que no me buscaban. Dije a gente que no invocaba mi nombre: “¡Aquí estoy, aquí estoy!” |
Yo sé que nada hay mejor para el hombre que alegrarse y hacer el bien mientras viva; y sé también que es un don de Dios que el hombre coma o beba y disfrute de todos sus afanes. | Sé que no hay para el hombre cosa mejor que alegrarse y hacer bien en su vida, y también que es don de Dios que todo hombre coma y beba, y goce de los beneficios de toda su labor. |
¿No saben que ustedes son templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en ustedes? | ¿Acaso no sabéis que sois templo de Dios y que el Espíritu de Dios está en vosotros? |
Este es el mensaje que han oído desde el principio: que nos amemos los unos a los otros. | Éste es el mensaje que habéis oído desde el principio: que nos amemos unos a otros. |
Dichoso el que halla sabiduría, el que adquiere inteligencia. | ¡Bienaventurado el hombre que halla la sabiduría y obtiene la inteligencia! |
Esfuérzate por presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse y que interpreta rectamente la palabra de verdad. | Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad. |
No hay nada encubierto que no llegue a revelarse, ni nada escondido que no llegue a conocerse. | Porque nada hay encubierto que no haya de descubrirse, ni oculto que no haya de saberse. |
Más bien, cuando des a los necesitados, que no se entere tu mano izquierda de lo que hace la derecha, para que tu limosna sea en secreto. Así tu Padre, que ve lo que se hace en secreto, te recompensará. | Pero cuando tú des limosna, no sepa tu izquierda lo que hace tu derecha, para que sea tu limosna en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará en público. |
¿Cómo que si puedo? Para el que cree, todo es posible. | Jesús le dijo: —Si puedes creer, al que cree todo le es posible. |
No permitirá que tu pie resbale; jamás duerme el que te cuida. | No dará tu pie al resbaladero ni se dormirá el que te guarda. |
Les ruego, hermanos, que se cuiden de los que causan divisiones y dificultades, y van en contra de lo que a ustedes se les ha enseñado. Apártense de ellos. | Pero os ruego, hermanos, que os fijéis en los que causan divisiones y ponen tropiezos en contra de la doctrina que vosotros habéis aprendido. Apartaos de ellos. |
El que adquiere cordura a sí mismo se ama, y el que retiene el discernimiento prospera. | El que posee entendimiento ama su alma; el que cuida la inteligencia hallará el bien. |
No me escogieron ustedes a mí, sino que yo los escogí a ustedes y los comisioné para que vayan y den fruto, un fruto que perdure. Así el Padre les dará todo lo que le pidan en mi nombre. | No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca; para que todo lo que pidáis al Padre en mi nombre, él os lo dé. |
El que obedece sus mandamientos permanece en Dios, y Dios en él. ¿Cómo sabemos que él permanece en nosotros? Por el Espíritu que nos dio. | El que guarda sus mandamientos permanece en Dios, y Dios en él. Y en esto sabemos que él permanece en nosotros, por el Espíritu que nos ha dado. |
¡Ay del que contiende con su Hacedor! ¡Ay del que no es más que un tiesto entre los tiestos de la tierra! ¿Acaso el barro le reclama al alfarero: «¡Fíjate en lo que haces! ¡Tu vasija no tiene agarraderas!»? | ¡Ay del que, no siendo más que un tiesto como cualquier tiesto de la tierra, pleitea con su Hacedor! ¿Dirá el barro al que lo modela: “¿Qué haces?”, o: “Tu obra, ¿no tiene manos?”? |
Hay amigos que llevan a la ruina, y hay amigos más fieles que un hermano. | El hombre que tiene amigos debe ser amistoso, y amigos hay más unidos que un hermano. |
El que recibe en mi nombre a este niño —les dijo—, me recibe a mí; y el que me recibe a mí, recibe al que me envió. El que es más insignificante entre todos ustedes, ese es el más importante. | Y les dijo: —Cualquiera que reciba a este niño en mi nombre, a mí me recibe; y cualquiera que me recibe a mí, recibe al que me envió, porque el que es más pequeño entre todos vosotros, ése es el más grande. |
El que ama la disciplina ama el conocimiento, pero el que la aborrece es un necio. | El que ama la instrucción ama la sabiduría; el que aborrece la reprensión es un ignorante. |
El que se aferre a su propia vida, la perderá, y el que renuncie a su propia vida por mi causa, la encontrará. | El que halle su vida, la perderá; y el que pierda su vida por causa de mí, la hallará. |
¿Quién es el que me ama? El que hace suyos mis mandamientos y los obedece. Y al que me ama, mi Padre lo amará, y yo también lo amaré y me manifestaré a él. | El que tiene mis mandamientos y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ama será amado por mi Padre, y yo lo amaré y me manifestaré a él. |