Versículos de la Biblia sobre 'Respondió'
- Mi enseñanza no es mía —respondió Jesús—, sino del que me envió.
- Desde mi angustia clamé al Señor
y él respondió dándome libertad. - El pueblo respondió: —Al Señor nuestro Dios serviremos y solo a él obedeceremos.
- Esto es lo que Dios quiere que hagan: que crean en aquel a quien él envió —respondió Jesús.
- Busqué al Señor y él me respondió;
me libró de todos mis temores. - Te aseguro que quien no nazca de agua y del Espíritu no puede entrar en el reino de Dios —respondió Jesús—.
- Jesús respondió: —Escrito está: “No solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”.
- Al oír esto, Jesús dijo a Jairo: —No tengas miedo; nada más cree y ella será sanada.
- “Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente” —respondió Jesús—.
- Les aseguro que todo el que peca es esclavo del pecado —afirmó Jesús—.
- Josué respondió: —Desháganse de los dioses ajenos que todavía conservan. ¡Vuélvanse de todo corazón al Señor, Dios de Israel!
- Te aseguro que quien no nazca de nuevo no puede ver el reino de Dios —dijo Jesús.
- Le contestó Jesús: —El que me ama obedecerá mi palabra y mi Padre lo amará; vendremos a él y haremos nuestra morada en él.
- Jesús respondió: —Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes y dáselo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo. Luego ven y sígueme.
- Su señor respondió: “¡Hiciste bien, siervo bueno y fiel! En lo poco has sido fiel; te pondré a cargo de mucho más. ¡Ven a compartir la felicidad de tu señor!”.
- Les aseguro que si tienen fe y no dudan —respondió Jesús—, no solo harán lo que he hecho con la higuera, sino que podrán decir a este monte: “Quítate de ahí y tírate al mar”, y así se hará.
- Les aseguro —respondió Jesús— que todo el que por mi causa y la del evangelio haya dejado casa, hermanos, hermanas, madre, padre, hijos o terrenos recibirá cien veces más ahora en este tiempo (casas, hermanos, hermanas, madres, hijos y terrenos, aunque con persecuciones); y en la edad venidera, la vida eterna.
- Por la poca fe que tienen —respondió—. Les aseguro que si tuvieran fe tan pequeña como una semilla de mostaza, podrían decirle a esta montaña: “Trasládate de aquí para allá” y se trasladaría. Para ustedes nada sería imposible.
- Lo que es imposible para los hombres es posible para Dios —aclaró Jesús.
- ¿Acaso puede alguien negar el agua para que sean bautizados estos que han recibido el Espíritu Santo lo mismo que nosotros?
- ¿No han leído —respondió Jesús— que en el principio el Creador “los creó hombre y mujer” y dijo: “Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y los dos llegarán a ser uno solo”? Así que ya no son dos, sino uno solo. Por tanto, lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre.
- Pero el Señor dijo a Samuel: —No te dejes impresionar por su apariencia ni por su estatura, pues yo lo he rechazado. La gente se fija en las apariencias, pero yo me fijo en el corazón.
- Yo soy el pan de vida —declaró Jesús—. El que a mí viene nunca pasará hambre y el que en mí cree nunca más volverá a tener sed.
- Un sábado, Jesús estaba enseñando en una de las sinagogas y estaba allí una mujer que por causa de un espíritu llevaba dieciocho años enferma. Andaba encorvada y de ningún modo podía enderezarse. Cuando Jesús la vio, la llamó y dijo: —¡Mujer, quedas libre de tu enfermedad! Al mismo tiempo, puso las manos sobre ella; al instante la mujer se enderezó y empezó a alabar a Dios. Indignado porque Jesús había sanado en sábado, el jefe de la sinagoga intervino, dirigiéndose a la gente: —Hay seis días en que se puede trabajar, así que vengan esos días para ser sanados y no el sábado. —¡Hipócritas! —le contestó el Señor—. ¿Acaso no desata cada uno de ustedes su buey o su burro en sábado y lo saca del establo para llevarlo a tomar agua? Sin embargo, a esta mujer, que es hija de Abraham y a quien Satanás tenía atada durante dieciocho largos años, ¿no se le debía quitar esta cadena en sábado? Cuando razonó así, quedaron humillados todos sus adversarios, pero la gente estaba encantada de tantas maravillas que él hacía.