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  • El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas?
  • Y si obedecemos fielmente todos estos mandamientos ante el Señor nuestro Dios, tal como nos lo ha ordenado, entonces seremos justos.
  • Señor, escucha mi oración,
    atiende a mi clamor;
    no cierres tus oídos a mi llanto.
    Ante ti soy un extraño,
    un peregrino, como todos mis antepasados.
  • Hay quien considera que un día tiene más importancia que otro, pero hay quien considera iguales todos los días. Cada uno debe estar firme en sus propias opiniones.
  • Después de haber orado, tembló el lugar en que estaban reunidos; todos fueron llenos del Espíritu Santo, y proclamaban la palabra de Dios sin temor alguno.
  • De ti proceden la riqueza y el honor;
    tú lo gobiernas todo.
    En tus manos están la fuerza y el poder,
    y eres tú quien engrandece y fortalece a todos.
  • De hecho, aunque el cuerpo es uno solo, tiene muchos miembros, y todos los miembros, no obstante ser muchos, forman un solo cuerpo. Así sucede con Cristo.
  • ¡Levanta la voz por los que no tienen voz!
    ¡Defiende los derechos de los desposeídos!
  • Pues todos han pecado y están privados de la gloria de Dios, pero por su gracia son justificados gratuitamente mediante la redención que Cristo Jesús efectuó.
  • Honra al Señor con tus riquezas
    y con los primeros frutos de tus cosechas.
  • La justicia enaltece a una nación,
    pero el pecado deshonra a todos los pueblos.
  • Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada.
  • Una sola cosa le pido al Señor,
    y es lo único que persigo:
    habitar en la casa del Señor
    todos los días de mi vida,
    para contemplar la hermosura del Señor
    y recrearme en su templo.
  • Ni se enciende una lámpara para cubrirla con un cajón. Por el contrario, se pone en la repisa para que alumbre a todos los que están en la casa. Hagan brillar su luz delante de todos, para que ellos puedan ver las buenas obras de ustedes y alaben al Padre que está en el cielo.
  • Amarlo con todo el corazón, con todo el entendimiento y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a uno mismo, es más importante que todos los holocaustos y sacrificios.
  • La vid se marchitó;
    languideció la higuera;
    se marchitaron los granados,
    las palmeras, los manzanos,
    ¡todos los árboles del campo!
    ¡Y hasta la alegría de la gente acabó por marchitarse!
  • Después tomó la copa, dio gracias, y se la ofreció diciéndoles: —Beban de ella todos ustedes. Esto es mi sangre del pacto, que es derramada por muchos para el perdón de pecados.
  • Por eso el Señor los espera, para tenerles piedad;
    por eso se levanta para mostrarles compasión.
    Porque el Señor es un Dios de justicia.
    ¡Dichosos todos los que en él esperan!
  • Busquen al Señor, todos los humildes de la tierra,
    los que han puesto en práctica sus normas.
    Busquen la justicia, busquen la humildad;
    tal vez encontrarán refugio
    en el día de la ira del Señor.
  • El Señor no tarda en cumplir su promesa, según entienden algunos la tardanza. Más bien, él tiene paciencia con ustedes, porque no quiere que nadie perezca, sino que todos se arrepientan.
  • El que recibe en mi nombre a este niño —les dijo—, me recibe a mí; y el que me recibe a mí, recibe al que me envió. El que es más insignificante entre todos ustedes, ese es el más importante.
  • Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos juntos en el mismo lugar. De repente, vino del cielo un ruido como el de una violenta ráfaga de viento y llenó toda la casa donde estaban reunidos.
  • Si realmente escuchas al Señor tu Dios, y cumples fielmente todos estos mandamientos que hoy te ordeno, el Señor tu Dios te pondrá por encima de todas las naciones de la tierra.
  • Así, todos nosotros, que con el rostro descubierto reflejamos como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados a su semejanza con más y más gloria por la acción del Señor, que es el Espíritu.
  • Yo les doy vida eterna, y nunca perecerán, ni nadie podrá arrebatármelas de la mano. Mi Padre, que me las ha dado, es más grande que todos; y de la mano del Padre nadie las puede arrebatar. El Padre y yo somos uno.

Estos flecos les ayudarán a recordar que deben cumplir con todos los mandamientos del Señor, y que no deben prostituirse ni dejarse llevar por los impulsos de su corazón ni por los deseos de sus ojos.
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Versículo de la Biblia del día

El Señor me librará de todo mal y me preservará para su reino celestial. A él sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén.

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Versículo de la Biblia al Azar

Fíjense en las aves del cielo: no siembran ni cosechan ni almacenan en graneros; sin embargo, el Padre celestial las alimenta. ¿No valen ustedes mucho más que ellas?Siguiente versículo!Con imagen

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