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D��as (4/4)

  • Mientras estaba aún hablando, he aquí, una nube luminosa los cubrió; y una voz salió de la nube, diciendo: Este es mi Hijo amado en quien me he complacido; a Él oíd.
  • Así que, exaltado a la diestra de Dios, y habiendo recibido del Padre la promesa del Espíritu Santo, ha derramado esto que vosotros veis y oís.
  • Y si no os parece bien servir al Señor, escoged hoy a quién habéis de servir: si a los dioses que sirvieron vuestros padres, que estaban al otro lado del Río, o a los dioses de los amorreos en cuya tierra habitáis; pero yo y mi casa, serviremos al Señor.
  • Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán y fue llevado por el Espíritu en el desierto por cuarenta días, siendo tentado por el diablo. Y no comió nada durante esos días, pasados los cuales tuvo hambre.
  • En verdad os digo que cualquiera que diga a este monte: «Quítate y arrójate al mar», y no dude en su corazón, sino crea que lo que dice va a suceder, le será concedido.
  • Ahora pues, quitad los dioses extranjeros que están en medio de vosotros, e inclinad vuestro corazón al Señor, Dios de Israel.
  • El que cree en mí, como ha dicho la Escritura: «De lo más profundo de su ser brotarán ríos de agua viva».
  • Os ruego, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que todos os pongáis de acuerdo, y que no haya divisiones entre vosotros, sino que estéis enteramente unidos en un mismo sentir y en un mismo parecer.
  • Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro, y vio y creyó. Porque todavía no habían entendido la Escritura, que Jesús debía resucitar de entre los muertos.
  • Sed de espíritu sobrio, estad alerta. Vuestro adversario, el diablo, anda al acecho como león rugiente, buscando a quien devorar.
  • Porque desde la creación del mundo, sus atributos invisibles, su eterno poder y divinidad, se han visto con toda claridad, siendo entendidos por medio de lo creado, de manera que no tienen excusa.
  • Pero ahora, aparte de la ley, la justicia de Dios ha sido manifestada, atestiguada por la ley y los profetas; es decir, la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen; porque no hay distinción.
  • Y las multitudes que iban delante de Él, y las que iban detrás, gritaban, diciendo:
    ¡Hosanna al Hijo de David!
    ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!
    ¡Hosanna en las alturas!
  • ¿Qué diremos, entonces? ¿Continuaremos en pecado para que la gracia abunde? ¡De ningún modo! Nosotros, que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él?
  • Ahora bien, las obras de la carne son evidentes, las cuales son: inmoralidad, impureza, sensualidad, idolatría, hechicería, enemistades, pleitos, celos, enojos, rivalidades, disensiones, sectarismos, envidias, borracheras, orgías y cosas semejantes, contra las cuales os advierto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios.
  • Sino que esto es lo que les mandé, diciendo: «Escuchad mi voz y yo seré vuestro Dios y vosotros seréis mi pueblo, y andaréis en todo camino que yo os envíe para que os vaya bien».
  • Así dice el Señor:
    Paraos en los caminos y mirad,
    y preguntad por los senderos antiguos
    cuál es el buen camino, y andad por él;
    y hallaréis descanso para vuestras almas.
    Pero dijeron: «No andaremos en él.»
  • No temas, porque yo estoy contigo;
    no te desalientes, porque yo soy tu Dios.
    Te fortaleceré, ciertamente te ayudaré,
    sí, te sostendré con la diestra de mi justicia.
  • Pues no por su espada tomaron posesión de la tierra,
    ni su brazo los salvó,
    sino tu diestra y tu brazo, y la luz de tu presencia,
    porque te complaciste en ellos.
  • Pues considero que los sufrimientos de este tiempo presente no son dignos de ser comparados con la gloria que nos ha de ser revelada.
  • Después de haber dicho estas cosas, fue elevado mientras ellos miraban, y una nube le recibió y le ocultó de sus ojos.
  • Buscad lo bueno y no lo malo, para que viváis;
    y así sea con vosotros el Señor, Dios de los ejércitos,
    tal como habéis dicho.
  • Tú me has dado también el escudo de tu salvación;
    tu diestra me sostiene,
    y tu benevolencia me engrandece.
    Ensanchas mis pasos debajo de mí,
    y mis pies no han resbalado.
  • Me dejé buscar por los que no preguntaban por mí;
    me dejé hallar por los que no me buscaban.
    Dije: «Heme aquí, heme aquí»,
    a una nación que no invocaba mi nombre.
  • “No seáis como vuestros padres, a quienes los antiguos profetas proclamaron, diciendo: ‘Así dice el Señor de los ejércitos: “Volveos ahora de vuestros malos caminos y de vuestras malas obras” ’. Pero no me escucharon ni me hicieron caso” —declara el Señor.

Versículo de la Biblia del día

Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio,
y renueva un espíritu recto dentro de mí.

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Versículo de la Biblia al Azar

No se regocija de la injusticia, sino que se alegra con la verdad; todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.Siguiente versículo!Con imagen

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