- Pero yo he puesto mi esperanza en el Señor;
yo espero en el Dios de mi salvación.
¡Mi Dios me escuchará! - ¿Qué Dios hay como tú,
que perdone la maldad
y pase por alto el delito
del remanente de su pueblo?
No siempre estarás airado,
porque tu mayor placer es amar. - Vuelve a compadecerte de nosotros.
Pon tu pie sobre nuestras maldades
y arroja al fondo del mar todos nuestros pecados.