- Y el que no toma su cruz y me sigue no es digno de mí.
- Me pregunto:
«¿Qué es el hombre, para que en él pienses?
¿Qué es el ser humano, para que lo tomes en cuenta?» - Engañoso es el encanto y pasajera la belleza;
la mujer que teme al Señor es digna de alabanza. - Prueben y vean que el Señor es bueno;
dichosos los que en él se refugian. - Tuya es, Señor, la salvación;
¡envía tu bendición sobre tu pueblo! Selah - Mi enseñanza no es mía —replicó Jesús—, sino del que me envió.
- La esperanza frustrada aflige al corazón;
el deseo cumplido es un árbol de vida. - El fin de este asunto es que ya se ha escuchado todo. Teme, pues, a Dios y cumple sus mandamientos, porque esto es todo para el hombre.
- También escogió Dios lo más bajo y despreciado, y lo que no es nada, para anular lo que es, a fin de que en su presencia nadie pueda jactarse.
- Por tanto, digo:
«El Señor es todo lo que tengo.
¡En él esperaré!» - ¿Cómo que si puedo? Para el que cree, todo es posible.
- Por encima de todo, vístanse de amor, que es el vínculo perfecto.
- El que mucho habla, mucho yerra;
el que es sabio refrena su lengua. - Porque todo el que ha nacido de Dios vence al mundo. Esta es la victoria que vence al mundo: nuestra fe.
- La lengua que brinda alivio es árbol de vida;
la lengua insidiosa deprime el espíritu. - El Señor es refugio de los oprimidos;
es su baluarte en momentos de angustia. - Este es el día en que el Señor actuó;
regocijémonos y alegrémonos en él. - Por tanto, sean perfectos, así como su Padre celestial es perfecto.
- El Señor es justo en todos sus caminos
y bondadoso en todas sus obras. - El Señor es clemente y compasivo,
lento para la ira y grande en amor. - ¡Cuán bueno y cuán agradable es
que los hermanos convivan en armonía! - El de labios mentirosos disimula su odio,
y el que propaga calumnias es un necio. - De la misma manera tomó la copa después de la cena, y dijo: —Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre, que es derramada por ustedes.
- El camino del Señor es refugio de los justos
y ruina de los malhechores. - Para los hombres es imposible —aclaró Jesús, mirándolos fijamente—, pero no para Dios; de hecho, para Dios todo es posible.