- Por último, fortalézcanse con el gran poder del Señor.
- Así dice el Señor al reino de Israel: «Búsquenme y vivirán.»
- Que la gracia del Señor Jesús sea con todos. Amén.
- Pero yo confío en tu gran amor;
mi corazón se alegra en tu salvación.
Canto salmos al Señor.
¡El Señor ha sido bueno conmigo! - Que la gracia del Señor Jesucristo sea con su espíritu.
- La palabra del Señor es justa;
fieles son todas sus obras. - Señor —dijo Felipe—, muéstranos al Padre y con eso nos basta.
- Es mejor refugiarse en el Señor
que confiar en el hombre. - Alaba, alma mía, al Señor;
alabe todo mi ser su santo nombre. - Recurran al Señor y a su fuerza;
busquen siempre su rostro. - Hagan lo que hagan, trabajen de buena gana, como para el Señor y no como para nadie en este mundo, conscientes de que el Señor los recompensará con la herencia. Ustedes sirven a Cristo el Señor.
- El Señor te protegerá;
de todo mal protegerá tu vida.
El Señor te cuidará en el hogar y en el camino,
desde ahora y para siempre. - A ti, Señor, elevo mi clamor
desde las profundidades del abismo.
Escucha, Señor, mi voz.
Estén atentos tus oídos a mi voz suplicante. - No uses el nombre del Señor tu Dios en falso. Yo, el Señor, no tendré por inocente a quien se atreva a usar mi nombre en falso.
- Porque «todo el que invoque el nombre del Señor será salvo».
- Ustedes me llaman Maestro y Señor, y dicen bien, porque lo soy.
- Si el Señor no edifica la casa,
en vano se esfuerzan los albañiles.
Si el Señor no cuida la ciudad,
en vano hacen guardia los vigilantes. - Que su amabilidad sea evidente a todos. El Señor está cerca.
- No todo el que me dice: “Señor, Señor”, entrará en el reino de los cielos, sino solo el que hace la voluntad de mi Padre que está en el cielo.
- Busqué al Señor, y él me respondió;
me libró de todos mis temores. - Deléitate en el Señor,
y él te concederá los deseos de tu corazón. - Que la gracia del Señor Jesucristo sea con su espíritu. Amén.
- Que tu gran amor, Señor, nos acompañe,
tal como lo esperamos de ti. - Bendeciré al Señor en todo tiempo;
mis labios siempre lo alabarán. - ¡Vuelve, apóstata Israel!
No te miraré con ira
—afirma el Señor—.
No te guardaré rencor para siempre,
porque soy misericordioso
—afirma el Señor—.