- Tengo sed de Dios, del Dios de la vida.
¿Cuándo podré presentarme ante Dios? - Así que no temas, porque yo estoy contigo;
no te angusties, porque yo soy tu Dios.
Te fortaleceré y te ayudaré;
te sostendré con mi diestra victoriosa. - Solo él es mi roca y mi salvación;
él es mi protector
y no habré de caer. - Tú, oh Dios, nos has puesto a prueba;
nos has purificado como a la plata. - ¡Levántate, Señor!
¡Levanta, oh Dios, tu brazo!
¡No te olvides de los indefensos! - ¿A dónde podría alejarme de tu Espíritu?
¿A dónde podría huir de tu presencia?
Si subiera al cielo, allí estás tú;
si tendiera mi lecho en el fondo del abismo,
también estás allí. - Hijo mío, si tu corazón es sabio,
también mi corazón se regocijará. - No bien decía: «Mis pies resbalan»,
cuando ya tu amor, Señor, venía en mi ayuda. - Solo él es mi roca y mi salvación;
él es mi protector.
¡Jamás habré de caer! - Reconoce en tu corazón que, así como un padre disciplina a su hijo, también el Señor tu Dios te disciplina a ti.
- Oh Dios y Salvador nuestro,
por la gloria de tu nombre, ayúdanos;
por tu nombre, líbranos y perdona nuestros pecados. - Yo soy el Señor, Dios de toda la humanidad. ¿Hay algo imposible para mí?
- No me niegues, Señor, tu misericordia;
que siempre me protejan tu amor y tu verdad. - Aun si voy por valles tenebrosos,
no temo peligro alguno
porque tú estás a mi lado;
tu vara de pastor me reconforta. - Pero yo confío en tu gran amor;
mi corazón se alegra en tu salvación.
Canto salmos al Señor.
¡El Señor ha sido bueno conmigo! - Cumple los mandamientos del Señor tu Dios; témelo y sigue sus caminos.
- Clamé a él con mi boca;
lo alabé con mi lengua. - Que, si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor y crees en tu corazón que Dios lo levantó de entre los muertos, serás salvo.
- ¿Tú crees que hay un solo Dios? ¡Magnífico! También los demonios lo creen, y tiemblan.
- El que no ama no conoce a Dios, porque Dios es amor.
- Si alguien reconoce que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él, y él en Dios.
- Reconoce, por tanto, que el Señor tu Dios es el Dios verdadero, el Dios fiel, que cumple su pacto generación tras generación, y muestra su fiel amor a quienes lo aman y obedecen sus mandamientos.
- Recuerda que fuiste esclavo en Egipto, y que el Señor tu Dios te sacó de allí con gran despliegue de fuerza y de poder. Por eso el Señor tu Dios te manda observar el día sábado.
- El Señor es mi fuerza y mi escudo;
mi corazón en él confía;
de él recibo ayuda.
Mi corazón salta de alegría,
y con cánticos le daré gracias. - Pongan en práctica lo que de mí han aprendido, recibido y oído, y lo que han visto en mí, y el Dios de paz estará con ustedes.