No hagan nada por egoísmo o vanidad; más bien, con humildad consideren a los demás como superiores a ustedes mismos. | Nada hagáis por rivalidad o por vanidad; antes bien, con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo. |
Que nadie busque sus propios intereses, sino los del prójimo. | Nadie busque su propio bien, sino el del otro. |
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El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. | El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia; el amor no es jactancioso, no se envanece, no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor. |
Porque donde hay envidias y rivalidades, también hay confusión y toda clase de acciones malvadas. | Pues donde hay celos y rivalidad, allí hay perturbación y toda obra perversa. |
El que es generoso prospera; el que reanima será reanimado. | El alma generosa será prosperada: el que sacie a otros será también saciado. |
Al necio no le complace el discernimiento; tan solo hace alarde de su propia opinión. | No se complace el necio en la inteligencia, sino en manifestar su propia opinión. |
Cada uno debe agradar al prójimo para su bien, con el fin de edificarlo. | Cada uno de nosotros agrade a su prójimo en lo que es bueno, para edificación. |
El segundo es: “Ama a tu prójimo como a ti mismo”. No hay otro mandamiento más importante que estos. | El segundo es semejante: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo.” No hay otro mandamiento mayor que estos. |
Que nadie se engañe. Si alguno de ustedes se cree sabio según las normas de esta época, hágase ignorante para así llegar a ser sabio. | Nadie se engañe a sí mismo; si alguno entre vosotros cree ser sabio en este mundo, hágase ignorante y así llegará a ser verdaderamente sabio. |
Inclina mi corazón hacia tus estatutos y no hacia las ganancias desmedidas. | Inclina mi corazón a tus testimonios y no a la avaricia. |
He sido crucificado con Cristo, y ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí. Lo que ahora vivo en el cuerpo, lo vivo por la fe en el Hijo de Dios, quien me amó y dio su vida por mí. | Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí. |
Sin embargo, considero que mi vida carece de valor para mí mismo, con tal de que termine mi carrera y lleve a cabo el servicio que me ha encomendado el Señor Jesús, que es el de dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios. | Pero de ninguna cosa hago caso ni estimo preciosa mi vida para mí mismo, con tal que acabe mi carrera con gozo, y el ministerio que recibí del Señor Jesús, para dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios. |
Entonces llamó a la multitud y a sus discípulos. —Si alguien quiere ser mi discípulo —les dijo—, que se niegue a sí mismo, lleve su cruz y me siga. | Y llamando a la gente y a sus discípulos, les dijo: —Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame. |