- Tengamos en cuenta que la ley no se ha instituido para los justos, sino para los desobedientes y rebeldes, para los impíos y pecadores, para los irreverentes y profanos. La ley es para los que maltratan a sus propios padres, para los asesinos, para los adúlteros y los homosexuales, para los traficantes de esclavos, los embusteros y los que juran en falso. En fin, la ley es para todo lo que está en contra de la sana doctrina enseñada por el glorioso evangelio que el Dios bendito me ha confiado.
- Los que aman tu ley disfrutan de gran bienestar,
y nada los hace tropezar. - Porque yo sé muy bien los planes que tengo para ustedes —afirma el Señor—, planes de bienestar y no de calamidad, a fin de darles un futuro y una esperanza.
- ¿Y qué mérito tienen ustedes al hacer bien a quienes les hacen bien? Aun los pecadores actúan así.
- Donde abundan los bienes, sobra quien se los gaste; ¿y qué saca de esto su dueño, aparte de contemplarlos?
- ¡Tengan cuidado! —advirtió a la gente—. Absténganse de toda avaricia; la vida de una persona no depende de la abundancia de sus bienes.
- Ustedes me llaman Maestro y Señor, y dicen bien, porque lo soy.
- Asegúrense de que nadie pague mal por mal; más bien, esfuércense siempre por hacer el bien, no solo entre ustedes, sino a todos.
- El amor debe ser sincero. Aborrezcan el mal; aférrense al bien.
- Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito.
- Que se aparte del mal y haga el bien;
que busque la paz y la siga. - No te dejes vencer por el mal; al contrario, vence el mal con el bien.
- Cada uno debe agradar al prójimo para su bien, con el fin de edificarlo.
- Yo le he dicho al Señor: «Mi Señor eres tú.
Fuera de ti, no poseo bien alguno». - Confía en el Señor y haz el bien;
establécete en la tierra y mantente fiel. - Y a ustedes, ¿quién les va a hacer daño si se esfuerzan por hacer el bien?
- No bien decía: «Mis pies resbalan»,
cuando ya tu amor, Señor, venía en mi ayuda. - Si alguien que posee bienes materiales ve que su hermano está pasando necesidad, y no tiene compasión de él, ¿cómo se puede decir que el amor de Dios habita en él?
- Bien le va al que presta con generosidad,
y maneja sus negocios con justicia. - Enséñanos a contar bien nuestros días,
para que nuestro corazón adquiera sabiduría. - Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve.
- Ahora bien —afirma el Señor—,
vuélvanse a mí de todo corazón,
con ayuno, llantos y lamentos. - No va bien con los necios el lenguaje refinado,
ni con los gobernantes, la mentira. - Ahora bien, no hace falta mediador si hay una sola parte, y sin embargo Dios es uno solo.
- Nunca dejen de ser diligentes; antes bien, sirvan al Señor con el fervor que da el Espíritu.