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Versículos de la Biblia sobre 'Mar'

  • Él volverá a tener misericordia de nosotros;
    sepultará nuestras iniquidades
    y echará a lo profundo del mar
    todos nuestros pecados.
  • Pero pida con fe, no dudando nada, porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra.
  • De cierto os digo que cualquiera que diga a este monte: “Quítate y arrójate en el mar”, y no duda en su corazón, sino que cree que será hecho lo que dice, lo que diga le será hecho.
  • Él edificó en el cielo su habitación
    y ha establecido su expansión sobre la tierra;
    él llama a las aguas del mar
    y sobre la faz de la tierra las derrama:
    Jehová es su nombre.
  • Respondiendo Jesús, les dijo: —De cierto os digo que si tenéis fe y no dudáis, no sólo haréis esto de la higuera, sino que si a este monte le decís: “¡Quítate y arrójate al mar!”, será hecho.
  • Te alabaré, Jehová, con todo mi corazón.
    Contaré todas tus maravillas.
  • Tú formaste mis entrañas;
    me hiciste en el vientre de mi madre.
    Te alabaré, porque formidables y maravillosas son tus obras;
    estoy maravillado
    y mi alma lo sabe muy bien.
  • Viéndolo ellos andar sobre el mar, pensaron que era un fantasma y gritaron, porque todos lo veían, y se asustaron. Pero en seguida habló con ellos, y les dijo: —¡Tened ánimo! Soy yo, no temáis.
  • Los bendijo Dios y les dijo: «Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra y sometedla; ejerced potestad sobre los peces del mar, las aves de los cielos y todas las bestias que se mueven sobre la tierra.»
  • Entonces dijo Dios: «Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y tenga potestad sobre los peces del mar, las aves de los cielos y las bestias, sobre toda la tierra y sobre todo animal que se arrastra sobre la tierra.»
  • El marido debe cumplir con su mujer el deber conyugal, y asimismo la mujer con su marido. La mujer no tiene dominio sobre su propio cuerpo, sino el marido; ni tampoco tiene el marido dominio sobre su propio cuerpo, sino la mujer.
  • A todo lo creado que está en el cielo, sobre la tierra, debajo de la tierra y en el mar, y a todas las cosas que hay en ellos, oí decir: «Al que está sentado en el trono y al Cordero, sea la alabanza, la honra, la gloria y el poder, por los siglos de los siglos.»
  • Casadas, estad sujetas a vuestros maridos, como conviene en el Señor. Maridos, amad a vuestras mujeres y no seáis ásperos con ellas.
  • ¡También esto salió de Jehová de los ejércitos,
    para hacer maravilloso el consejo
    y engrandecer su sabiduría!
  • Aquel, pues, que os da el Espíritu y hace maravillas entre vosotros, ¿lo hace por las obras de la Ley o por el oír con fe?
  • La hierba se seca y se marchita la flor,
    mas la palabra del Dios nuestro permanece para siempre.
  • Jehová, tú eres mi Dios;
    te exaltaré, alabaré tu nombre,
    porque has hecho maravillas;
    tus consejos antiguos son verdad y firmeza.
  • Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor, porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo, y él es su Salvador.
  • Y vi los muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios. Los libros fueron abiertos, y otro libro fue abierto, el cual es el libro de la vida. Y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras. El mar entregó los muertos que había en él, y la muerte y el Hades entregaron los muertos que había en ellos, y fueron juzgados cada uno según sus obras.
  • Así también los maridos deben amar a sus mujeres como a sus mismos cuerpos. El que ama a su mujer, a sí mismo se ama.
  • Acuérdate del sábado para santificarlo. Seis días trabajarás y harás toda tu obra, pero el séptimo día es de reposo para Jehová, tu Dios; no hagas en él obra alguna, tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu criada, ni tu bestia, ni el extranjero que está dentro de tus puertas, porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, el mar, y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día; por tanto, Jehová bendijo el sábado y lo santificó.
  • Por lo demás, cada uno de vosotros ame también a su mujer como a sí mismo; y la mujer respete a su marido.
  • Sin embargo, por causa de las fornicaciones tenga cada uno su propia mujer, y tenga cada una su propio marido.
  • Jesús le dijo: —Si puedes creer, al que cree todo le es posible.
  • Todos estos perseveraban unánimes en oración y ruego, con las mujeres, y con María la madre de Jesús, y con sus hermanos.
  • Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra.
  • Y les dijo: —Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.
  • El que crea y sea bautizado, será salvo; pero el que no crea, será condenado.
  • Vosotros, maridos, igualmente, vivid con ellas sabiamente, dando honor a la mujer como a vaso más frágil y como a coherederas de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones no tengan estorbo.
  • Porque ¿de qué le aprovechará al hombre ganar todo el mundo, si pierde su alma?
  • Jehová es tardo para la ira y grande en poder,
    y no tendrá por inocente al culpable.
    Jehová marcha sobre la tempestad y el torbellino,
    y las nubes son el polvo de sus pies.
  • Por tanto, os digo que todo lo que pidáis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá.
  • El nacimiento de Jesucristo fue así: Estando comprometida María, su madre, con José, antes que vivieran juntos se halló que había concebido del Espíritu Santo.
  • Entonces el ángel le dijo: —María, no temas, porque has hallado gracia delante de Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre Jesús.
  • El tiempo se ha cumplido y el reino de Dios se ha acercado. ¡Arrepentíos y creed en el evangelio!
  • Y el Señor, después que les habló, fue recibido arriba en el cielo y se sentó a la diestra de Dios.
  • Jesús le dijo: —Vete, tu fe te ha salvado. Al instante recobró la vista, y seguía a Jesús por el camino.
  • El segundo es semejante: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo.” No hay otro mandamiento mayor que estos.
  • Pensando él en esto, un ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: «José, hijo de David, no temas recibir a María tu mujer, porque lo que en ella es engendrado, del Espíritu Santo es.»
  • Ponme como un sello sobre tu corazón,
    como una marca sobre tu brazo;
    porque fuerte como la muerte es el amor
    y duros como el seol los celos.
    Sus brasas son brasas de fuego,
    potente llama.
  • Porque el Hijo del hombre no vino para ser servido, sino para servir y para dar su vida en rescate por todos.
  • Todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí y del evangelio, la salvará.
  • Entonces Jesús, mirándolos, dijo: —Para los hombres es imposible, pero no para Dios, porque todas las cosas son posibles para Dios.
  • Y llamando a la gente y a sus discípulos, les dijo: —Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame.
  • Entonces él se sentó, llamó a los doce y les dijo: —Si alguno quiere ser el primero, será el último de todos y el servidor de todos.
  • ¡Abba, Padre!, todas las cosas son posibles para ti. Aparta de mí esta copa; pero no se haga lo que yo quiero, sino lo que quieres tú.
  • También José subió de Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David, que se llama Belén, por cuanto era de la casa y familia de David, para ser empadronado con María su mujer, desposada con él, la cual estaba encinta.
  • Porque las costumbres de los pueblos son vanidad:
    cortan un leño del bosque,
    luego lo labra el artífice con su cincel,
    con plata y oro lo adornan
    y con clavos y martillo lo afirman
    para que no se mueva.
    Derechos están como una palmera, pero no hablan;
    son llevados, porque no pueden andar.
    No tengáis temor de ellos,
    porque ni pueden hacer mal
    ni tienen poder para hacer bien.
  • “Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas.” Éste es el principal mandamiento.
  • Pero él les dijo: —No os asustéis; buscáis a Jesús nazareno, el que fue crucificado. Ha resucitado, no está aquí; mirad el lugar en donde lo pusieron.