- Guarda tu lengua del mal
y tus labios de hablar engaño. - Y tuya, Señor, es la misericordia,
pues tú pagas a cada uno
conforme a su obra. - Tú, pues, hijo mío, esfuérzate en la gracia que es en Cristo Jesús.
- Cuando yo decía: «Mi pie resbala»,
tu misericordia, Jehová, me sostenía. - Mucha paz tienen los que aman tu Ley,
y no hay para ellos tropiezo. - Pero tú habla lo que está de acuerdo con la sana doctrina.
- Porque tú, Dios, nos probaste;
nos purificaste como se purifica la plata. - Ordena mis pasos con tu palabra
y ninguna maldad se enseñoree de mí. - Hijo mío, está atento a mis palabras;
inclina tu oído a mis razones.
Que no se aparten de tus ojos;
guárdalas en lo profundo de tu corazón. - Confía en Jehová con todo tu corazón
y no te apoyes en tu propia prudencia.
Reconócelo en todos tus caminos
y él hará derechas tus veredas. - Alma mía, dijiste a Jehová:
«Tú eres mi Señor;
no hay para mí bien fuera de ti.» - Te exaltaré, mi Dios, mi Rey,
y bendeciré tu nombre eternamente y para siempre. - Pues aún no está la palabra en mi lengua
y ya tú, Jehová, la sabes toda. - Acuérdate de tu Creador en los días de tu juventud,
antes que vengan los días malos,
y lleguen los años de los cuales digas:
«No tengo en ellos contentamiento». - Dijo Jehová a Satanás: —Todo lo que tiene está en tu mano; solamente no pongas tu mano sobre él. Y salió Satanás de delante de Jehová.
- Por tanto, tú te has engrandecido, Jehová Dios; por cuanto no hay como tú, ni hay Dios fuera de ti, conforme a todo lo que hemos oído con nuestros oídos.
- Hijo mío, si tu corazón es sabio,
también a mí se me alegrará el corazón. - En ti, Jehová, he confiado;
no sea yo confundido jamás.
¡Líbrame en tu justicia! - Sobre toda cosa que guardes, guarda tu corazón,
porque de él mana la vida. - Tú crees que Dios es uno; bien haces. También los demonios creen, y tiemblan.
- Por tanto, si tu ojo derecho te es ocasión de caer, sácalo y échalo de ti, pues mejor te es que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea arrojado al infierno.
- Porque tú, Señor, eres bueno y perdonador,
y grande en misericordia para con todos los que te invocan. - Tú eres mi refugio;
me guardarás de la angustia;
con cánticos de liberación me rodearás. Selah - Por eso eres inexcusable, hombre, tú que juzgas, quienquiera que seas, porque al juzgar a otro, te condenas a ti mismo, pues tú, que juzgas, haces lo mismo.
- Sáname, Jehová, y quedaré sano;
sálvame, y seré salvo,
porque tú eres mi alabanza.
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